‘Antes del atardecer’: El reencuentro de Ethan Hawke, Julie Delpy y Richard Linklater
En 1995, cuando se estrenó Antes del amanecer, es posible que Richard Linklater tuviera la esperanza de que Amy Lehrhaupt se presentase en la sala de cine y le dijera que no le había olvidado, pero eso no fue así. Sin embargo, aunque no pasase en la vida real, Linklater, Hawke y Delpy, ahora como un tándem irrompible a lo largo de casi 20 años, se afanaron en Antes del atardecer, la segunda entrega de la trilogía Before.
A veces, las casualidades hacen pensar que nada es casual. Quizá sea así en cierto sentido. No porque exista (o no) eso que muchos se afanan en llamar destino, karma o Dios, sino porque las personas lo hacen posible.
Antes del atardecer: El reencuentro de Jesse y Céline
Han pasado nueve años desde que la pareja de veinteañeros se separase en aquella estación de tren vienesa. Quedaron en volver a verse justo a los seis meses, en diciembre de ese mismo año. ¿Fue así?
Antes del atardecer vino a responder a esta pregunta con su estreno en 2004. Habían pasado nueve años desde el rodaje de la anterior cinta y muchas cosas habían cambiado en la realidad y en la ficción.
Jesse va a París a presentar su primera novela, que parece haber cosechado bastante éxito. Se reúne con algunos periodistas en una de las librerías más icónicas de la ciudad de la luz, Shakespeare and Co. Gracias a las preguntas de los allí reunidos, el espectador puede saber de qué trata el libro de Jesse. Efectivamente, narra aquella noche en Viena con Céline. De pronto, discretamente, tras unas estanterías, la francesa aparece ante la vista del coprotagonista. Apurado, Jesse disimula y finaliza rápidamente la ronda de preguntas.
El reencuentro entre ambos es amistoso, tímido, cohibido. Jesse debe coger un avión esa misma tarde, antes del atardecer, para volver a Estados Unidos. En las pocas horas que le separan de ese viaje aún tiene tiempo para disfrutar de la compañía de Céline y saber qué ha sido de ella en la última década.
El no reencuentro de Amy Lehrhaupt y Richard Linklater
Esta historia partió de la realidad, de esa noche en la que el director conocía a una joven en Filadelfia. Tras perder el contacto, Linklater pensó que quizá en algún momento Amy aparecería en alguna proyección de Antes del amanecer. A fin de cuentas sin ella no existiría este tríptico cinematográfico. Esto, finalmente, solo pudo darse en la ficción, al inicio de Antes del atardecer.
Amy había muerto tiempo atrás, antes incluso del estreno de la primera parte de la trilogía. El 9 de mayo de 1994 su vida acabó por culpa de un accidente de moto, poco antes de llegar a los 25 años.
El cineasta aún conservaba la esperanza de reencontrarse con Lehrhaupt, ya que no sabía de su muerte. No lo supo, de hecho, hasta el año 2010, cuando un amigo de la joven, que conocía algunos detalles de su noche de romance, le escribió una carta informándole de lo sucedido.
El principio de Antes del atardecer se vuelve de ese modo más significativo si cabe. Sin tapujos, el autor muestra lo que le gustaría que hubiera pasado si no hubiera acabado perdiendo todo vínculo con Amy. Por suerte, la ficción también existe para poder redimirse e imaginar qué habría pasado si…
Espontaneidad, amor y la dosis justa de romanticismo
Sobresalen, una vez más, los papeles de Ethan Hawke y Julie Delpy en esta segunda parte del romance. Nada hay que decir de sus interpretaciones, salvo que son magistrales y que la complicidad se palpa entre ambos. No, no es eso a lo que nos referimos. Se trata de su participación activa en el guion de Antes del atardecer.
Si en el periplo vienés, el texto estaba firmado por Richard Linklater y la actriz, escritora y también guionista Kim Krizan, en esta segunda el guion está hecho por Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy. Como no podría ser de otro modo, los actores deben participar en un guion que se basa únicamente en la conversación y que ellos van a tener que encarnar como si se tratase de la vida real, dándole la mayor naturalidad posible a los diálogos.
Lo consiguen y es así como sabemos que Céline se dedica a lo que le gusta, cuidar del medioambiente en sintonía con algunas empresas. Se ha vuelto un poco neurótica, quizá insegura y, sobre todo, queda patente que no ha podido olvidar a Jesse, que nadie ha igualado el sentimiento que creció con él en aquella única noche.
Por su parte, el norteamericano está casado y tiene un hijo. A pesar de ello, a medida que la conversación entre los ahora treintañeros se va desentrañando, se hace patente que él no va a llegar a coger su vuelo y que, con toda probabilidad, le da exactamente igual.
Todo entre ellos es como hace nueve años, la misma complicidad, los mismos temas profundos de conversación y no tanto. Como a ese amigo que ves muy de vez en cuando y llegado el reencuentro todo es como si no hubiera pasado el tiempo, como si le hubieras visto ayer.
Antes del atardecer, sin hacer sombra a su predecesora, destaca por la madurez, por las ganas que los personajes se tienen y por estar llena, una vez más, de un romanticismo con el que todo el mundo puede sentirse identificado.