‘Akelarre’: la película que pudo ser
Camino a los Goya 2021
El director argentino Pablo Agüero nos trae una película sobre los procesos de brujería de Labort en el País Vasco, Akelarre. El juez Pierre de Rosteguy de Lancre, fue el encargado por el mandato de Enrique IV de limpiar Euskadi de cualquier tipo de brujería.
Interesante premisa, ¿verdad? La película no lo es tanto…
En esta cinta nominada a los Goya 2021 falta mucha mitología vasca, recursos, construcción de personajes y una buena historia que contar.
Lo que cuenta y lo que no
Por suerte, la película es cortita, algo menos de hora y media, pero consigue hacerse pesada. No hay nada que contar. Los personajes son planísimos y es imposible empatizar con alguno de ellos.
La historia comienza con la llegada del juez Rosteguy (Alex Brendemühl), su consejero, el cirujano y algunos soldados a un poblado rural. Parece ser que en ese pueblo pesquero sucedían cosas extrañas, así que arrestaron a un grupo de jóvenes amigas que de vez en cuando cantaban en el campo y volvían a casa tarde, en la noche.
A partir de ahí toda la película se desarrolla en una especie de pajar en el que apresaron a las chicas, y el despacho en el que las interrogan.
Malos y buenos
El juez y sus acólitos son los malos y las chicas la buenas. Lo sabes al verlos, no por sus actos, ya que desde que aparecen en pantalla ponen cara de malo y miran como los malos de la película.
Las chicas, capitaneadas por Amaia Aberasturi, están encerradas, saben que las van a matar y tampoco se las ve muy preocupadas, ríen más que otra cosa. Incluso cuando pelan y torturan a una de sus compañeras, ni eso parece afectarlas.
El euskera que hablan las chicas es el que enseñan en la escuela hoy en día, cuando deberían hablar un euskera con las variaciones típicas de la época. Además, tienen conversaciones y bromas sexuales muy actuales, completamente improbables en la esos años.
No solo es el guion
Como decíamos, personajes de una cara, tanto que parecen ser tontos. Son tan básicos y carentes de conflictos que consiguen que no te creas nada de lo que ves.
Lo que ves, son escenas con una dirección de foto tan plana como los personajes, su dirección y la historia, que carece de cualquier giro o sorpresa que te pueda despertar durante la película.
El sonido es otro de sus problemas. Se notan los wild track, no es de calidad y ni siquiera está bien grabado.
Es una pena que un guion tan poco trabajado y algunos errores técnicos no hayan estado a la altura de grandes películas sobre la caza de brujas como Dies Irae (1943), El crisol (1996)o la Akelarre (1984) de Pedro Olea.
¡Saludos furiosos!