‘Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar’ en el CCCB
Agnès Varda fue fotógrafa, artista, cineasta y pionera de la Nouvelle Vague. La exposición recorre la vida, la obra y las fascinantes historias de una creadora libre, moderna y comprometida con su entorno político y social.
Agnès Varda: Cine y realidad en la lente de una visionaria
Agnès Varda (Bruselas, 1928 – París, 2019) fue una de las pocas mujeres directoras de su generación. Precursora dentro del movimiento cinematográfico de la Nouvelle Vague, Varda rompió normas y clichés y siempre quiso renovarse. Filmó más de cuarenta películas, entre largometrajes y cortometrajes y entre la ficción y el documental, y trabajó tanto en el cine analógico como en el digital.
La muestra celebra la trayectoria y el talento de una artista original y atrevida, que experimentó y jugó con los múltiples soportes y lenguajes del arte. Antes de ser cineasta, Varda fue fotógrafa y retratista y, de mayor, creó instalaciones artísticas para museos. En la exposición se reúnen por primera vez en Cataluña cuatro de las instalaciones de Varda, aparte de una selección de cortometrajes imprescindibles de su filmografía, que se pueden visionar en salas de proyección en el espacio expositivo.
La exposición también nos descubre la fascinante vida de Agnès Varda, marcada por su carrera de fondo para hacer cine con pocos recursos y reconocimiento y por los viajes, hijos, amistades y relaciones diversas que mantuvo. Varda fue protagonista de la efervescencia social y política de su tiempo: el feminismo, el movimiento hippie o la lucha de los Black Panthers. Y se relacionó tanto con artistas y actores famosos como con personas anónimas y marginales, que quiso representar y dignificar en sus películas.
“Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar” refleja el espíritu abierto y viajero de Varda a través de objetos personales, carteles, obras de arte o de los retratos y reportajes de fotos que realizó, algunos de ellos desconocidos o inéditos, como la serie fotográfica de su viaje a Cataluña en 1955.
Para reivindicar la curiosidad y el carácter lúdico y juguetón de Agnès Vardà, abrimos el «Laboratorio Varda», un espacio para adentrarse en el imaginario de la autora o descubrir su fascinación por los gatos, espejos y playas.
Coincidiendo con la exposición, La Filmoteca de Catalunya programa un ciclo en el que se podrán ver las películas esenciales de Varda, como La Pointe Courte (1954), Cléo de 5 à 7 (Cleo de cinco a siete, 1962), Sans toit ni loi (Sin techo ni ley, 1985), Les Glaneurs et la Glaneuse (Los espigadores y la espigadora, 2000) o Visages Villages (Caras y lugares,2017), entre otros títulos.
La exposición “Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar” es una adaptación ampliada de la muestra «Viva Varda !», concebida y producida por la Cinémathèque française de París en colaboración con Ciné-Tamaris y la amable contribución de Rosalie Varda y Mathieu Demy.
La exposición se puede visitar hasta el 8 diciembre de 2024.
Agnès Varda: Pionera de la Nouvelle Vague y poeta visual
Agnès Varda no solo fue una de las figuras más destacadas de la cinematografía francesa, sino también una artista que transformó su visión personal y única del mundo en una obra inmortal. Con su cámara en mano y una sensibilidad que trascendía las convenciones, Varda se convirtió en la primera y más destacada cineasta femenina de la Nouvelle Vague, el movimiento cinematográfico que sacudió a Francia en los años cincuenta y sesenta. El artista dejó una huella imborrable en la historia del cine, y sus películas, llenas de personajes complejos y narrativas innovadoras, se consideran esenciales para cualquier amante del séptimo arte.
La carrera de Varda comenzó con La Pointe Courte (1955), una película que, con su estilo fragmentado y poético, ya contenía los elementos que definirían su obra. Filmada en un pequeño pueblo de pescadores y protagonizada por Philippe Noiret y Silvia Monfort, esta obra combina elementos documentales y de ficción de una manera completamente novedosa. Aunque pasó casi desapercibida en su momento, La Pointe Courte es ahora vista como un preludio del movimiento que Jean-Luc Godard y François Truffaut popularizarían unos años más tarde.
A pesar de las dificultades de ser una mujer en un mundo dominado por hombres, Varda perseveró. En 1962, estrenó Cléo de 5 a 7, quizás su obra más icónica. Esta película sigue a Cléo, una joven cantante que espera los resultados de una prueba médica. Varda exploró la feminidad y el paso del tiempo en un París efervescente, abordando temas como la mortalidad, la belleza y la percepción de uno mismo. Con un estilo visual elegante y una estructura innovadora, la cinta destaca por el uso de tiempo real y se ha convertido en un referente dentro del cine feminista y autoral.
A lo largo de las siguientes décadas, Varda continuó explorando temas sociales, personales y políticos con una mirada inquisitiva y compasiva. En Sans toit ni loi (1985), conocido en inglés como Vagabond , retrató a Mona, una joven sin hogar cuyo viaje trágico por el sur de Francia revela los prejuicios y las barreras invisibles de la sociedad. Esta película ganó el León de Oro en el Festival de Venecia y consolidó a Varda como una cineasta comprometida con dar voz a los marginados y explorar las realidades ocultas tras las fachadas de la vida cotidiana.
A partir de los años noventa, Varda experimentó con el documental de forma más clara. Los espigadores y la espigadora (2000) marcó un hito en su carrera. En esta obra, utilicé una pequeña cámara digital para explorar las vidas de los que recogen lo que otros desechan. Con un estilo visual íntimo y reflexivo, la película es un manifiesto sobre el consumo, el arte y la existencia misma. Este documental es tanto un ensayo visual como una meditación sobre el paso del tiempo y la belleza de lo efímero.
El legado de Agnès Varda es innegable. Su último trabajo, Varda de Agnès (2019), es un autorretrato final que refleja no solo su carrera, sino también su vida y filosofía. Con una perspectiva sincera y tierna, Varda invita al espectador a recorrer su mundo ya entender su forma de ver la realidad. En este homenaje final, Varda logra despedirse del cine con el mismo amor y la misma pasión con los que comenzó.
La obra de Agnès Varda nos recuerda que el cine puede ser mucho más que entretenimiento. Puede ser un vehículo para el autodescubrimiento, una herramienta para cuestionar normas y una forma de encontrar la belleza en lo cotidiano. Su legado perdura, inspirando a nuevas generaciones de cineastas a mirar el mundo con curiosidad y valentía, tal y como ella hizo hasta el final.