Sitges 2021: ‘After Blue’, el polémico Premio Especial del Jurado
After Blue ha sido la película que más a escandalizado y polarizado al público del Festival de cine de Sitges en su 54ª edición.
Cuando la veía no tenía muy claro si estaba viendo un tipo de cine rompedor, descendiente de los videoclips de los años 70 y 80 o en cambio me estaba enfrentando a un ejercicio cutre y mal hecho del peor alumno de cine de la ESCAC.
Me imagino que al público le ocurrió algo parecido ya que su pase fue el que más trasiego de espectadores tuvo en todo el festival, tanto del sector de prensa como del aficionado al fantástico. Mucha gente abandonó la sala, alguno pareció volver, pero otros ni se lo plantearon.
Al acabar la sesión, los habituales aplausos fueron tímidos y saliendo de la sala escuché a una amiga que le decía a otra: “estuve a punto de marcharme varias veces, no lo hice por vergüenza”, a lo que le contestó su amiga: “pues yo me lo he pasado genial, me ha flipado la peli”. Ese pequeño diálogo define muy bien las sensaciones conseguidas por la película de Bertrand Mandico.
El cine de Bertrand Mandico
Mandico es un director francés de cine experimental con amplia experiencia en el mundo del cortometraje. Ha realizado más de 40 y en 21 de ellos ha trabajado con la prestigiosa actriz Elina Löwensohn (Nadja, La lista de Schindler), que también participa en Afer Blue.
En 2012 creó el Manifiesto de la incoherencia con la cineasta islandesa Katrin Olafsdotir (Je M’aime).
Ser incoherente significa tener fe en el cine, significa tener un enfoque romántico, sin formato, libre, perturbado y onírico, cinegénico, una narración épica.
Bertrand Mandico
En 2017 dirigió su primera película, Les Garçons Sauvages, considerada por Cahiers du Cinema como la mejor película de 2018.
Su obra se expone en museos, hace videoarte, videoclips, mediometrajes, performances y ha escrito artículos para varios medios. Sin duda, es un artista audiovisual de los pies a la cabeza, con una personal forma de tratar la imagen y el sonido.
Con After Blue, triunfó en Locarno recibiendo el Premio FIPRESCI y ahora se va de Sitges con el Premio Especial del Jurado y el Premio de la Crítica José Luis Guarner ex-aequo con Mad God, de Phil Tippett.
After Blue, un western galáctico
After Blue nos cuenta la historia de Roxy (Paula Luna) y de su madre Zora (Elina Löwensohn).
Un día en que Roxy (o Toxic, como la suelen llamar) está “jugando” con sus amigas/enemigas, encuentran la cabeza de una mujer enterrada en la tierra, como si fuera uno de los hombres que crecen en los bancales de Amanece que no es poco. Es la criminal Kate Bush (como la cantante y artista). Bush promete a Roxy cumplirle tres profundos deseos si la libera de su encierro en la tierra.
Roxy, así lo hace, y Bush en cuanto se libera, mata a las tres enemigas/amigas de Roxy. Parece ser que eso era lo que Roxy deseaba profundamente.
A partir de ese momento, ella y su madre Zora irán en la búsqueda de Kate Bush (Agata Buzek) para matarla y que no siga creando el caos por su paso. Viajarán por un lugar extraño, que parece estar en continua descomposición y que solo está habitado por mujeres.
Pero estás mujeres no parecen tener un género definido. El planeta que plantea Mandico es multigénero y como un buen western, está plagado de cazarrecompensas, forajidos, rifles y pistolas.
En su viaje, madre e hija se verán envueltas en más de un conflicto que se resolverá a tiros o con una escena de ese extraño amor que solo puede surgir en un planeta surrealista y kitsch como el de After Blue.
¿After Blue es una buena película?
Menuda pregunta. Much@s dirán que depende de quién la mire, que es algo muy subjetivo, que el arte no se puede ni debe etiquetarse, que todo no es blanco o negro, etc. Todas esas afirmaciones pueden ser ciertas, pero en el cine hay cuestiones técnicas que objetivamente pueden estar bien o mal, y si pensamos en After Blue, quizá esas cuestiones aprueben por los pelos.
After Blue, no está bien rodada. Sus planos no son nada del otro mundo y ni su música, vestuario, maquillaje o el diseño de arte de sus decorados parece ser muy profesional. Pero claro, en el cine de Mandico, esas decisiones no son casuales, son buscadas, o al menos eso nos quiere vender.
Los sintes de su música, lo cutre de sus efectos especiales, la purpurina de los maquillajes, o esa superposición de imágenes que se ha convertido en seña de su director, pueden ahuyentar a cualquiera o hipnotizar a los fans de Barbarella, Rocky Horror Picture Show, el cine de Jodorowsky o Ziggy Stardust.
Quería hacer una oda al cine y a las actrices, una aventura singular y universal tomando prestado el marco de los westerns, la crueldad de los viejos cuentos de hadas y el lirismo de la ciencia ficción.
Bertrand Mandico
El propio Mandico no se toma a sí mismo muy en serio. Su cine no pretende ser la piedra angular de la producción audiovisual, lo que pretende es hacer una crítica a la sociedad, burlándose de los géneros, de la moda, de lo profundo y de esa cháchara filosofo-mística que inunda cualquier discurso actual. Así lo demuestran personajes como el androide Louis Vuitton, las continuas referencias a Gucci, o la forajida-artista Sternberg (Vimala Pons).
La obra de la discordia
Algunos dicen que After Blue, es una obra feminista, un western queer galáctico. Otros dicen que una mujer nunca habría dirigido una película así.
Que solo un hombre puede imaginar un mundo lleno de mujeres caminando prácticamente desnudas, vestidas por un abrigo o por solo un cinturón y que encuentran cualquier oportunidad para practicar sexo entre ellas o con bestias, androides tentaculados o pequeños animales en forma de dildo estriado con el que poder masturbarse.
El debate está servido. Te animo a que veas la película y que compartas la opinión con nosotras ya que el cine, como todas las artes, puede tener cientos de interpretaciones.
Saludos furiosos.