Desmitificando ‘El diario de Noa’ por San Valentín
El diario de Noa (Nick Cassavetes, 2004) es una película bastante popular, de estas que suelen reponer de cuando en cuando en la televisión. Este San Valentín hemos querido recuperar este “clásico” del cine moñas y encontrarle todos sus puntos flacos, porque sí, chicas y chicos, está película es una mierda.
Empezando por el principio
Me ha costado dos veces verla. Por supuesto, dura poco más de dos horas, y yo no estoy a favor de eso. Toda película que dure más de hora y media ya me escama, pero es que en este caso encima es para rellenar con paja y con lo que, como espectador, sabes que va a pasar desde el minuto uno de metraje.
Noa y Allie son dos jóvenes, él un cateto de pueblo (que lee a Withman, así que igual tan cateto no es) y ella una niña pija, rica, mimada, caprichosa e insoportable. El de ella es un personaje odioso.
En fin, que en las primeras escenas a mí me da la sensación de que a él le falta un hervor (o varios). Le habla a ella muy directo, como si no supiera interaccionar bien o no conociera X reglas sociales de cortesía. No obstante, luego se convierte en un tío “sexy”, super romántico, pero con ese puntito de malote que les gusta a las chicas (¿no?) Por supuesto todo heteronormativo a más no poder.
El caso es que se gustan, empiezan un romance, pero sus padres interceden y acaba siendo lo que debería ser: un amor de verano. Qué pasa, qué no, que somos tan románticos todes que queremos más.
Así que un poco de drama, él se va a la guerra donde muere su mejor amigo (que literal sale tres veces en pantalla así que como espectador te da puto igual que se muera). Ella se enamora de otro y está a punto de casarse, pero ay madrecita, la casualidad que se encuentra una foto de él en el periódico y tiene que ir a verle. El resto ya es historia.
El diario de Noa: lo lacrimógeno del relato
Para añadir un poquito más de drama al asunto, resulta que la historia de amor que nosotros vemos en pantalla está siendo narrada por un Noa mayor a una Allie también anciana, con demencia senil y que no sabe ni cómo se llama.
Por supuesto, mueren juntos acostados en la cama, porque todos sabemos que así es como se muere cuando quieres mucho a alguien.
Es que esta historia, perdonadme que os lo diga, pero no hay por dónde cogerla. El amor entre los dos se basa en pura atracción, no tienen nada en común, salvo que se pelean mucho. Y pareciera que en el contexto de la película esto es bueno, cuando realmente es hipertóxico.
Todo el mundo discute con su pareja, pero hay una secuencia en la que ella se vuelve loca y empieza a aporrear el coche de él, a empujarle y a gritarle. Vaya, escena digna de llamar al 016, pero para que se la lleven a ella detenida.
Narrar el amor de verdad
No pensaba yo meterme en comparaciones, pero es que hace una semana fui al cine a ver Deseando amar o In the mood for love (Wong Kar-wai, 2000). Es inevitable que se me pase esta película por la cabeza tras haber visto El diario de Noa, pues aunque me duela incluirlas en la misma categoría, ambas son relatos sobre el amor y el deseo.
Pero claro, las comparaciones son odiosas. In the mood for love habla de dos personas que se conocen en un contexto muy específico. Que pasan mucho tiempo a solas y eso acaba uniéndolas. También es una historia muy hetero de amor entre hombre y mujer, pero el relato es casi universal porque a todos nos ha pasado lo que se describe en esa película, que es, básicamente, un amor que nunca llega a materializarse.
No obstante, esto es lo que hace que sea mucho más romántica que El diario de Noa y, por supuesto, mucho más cercana a la realidad. No siempre que dos personas se quieren tienen la opción de estar juntas. Si al final lo están, lo más probable es que se acaben separando llegado un punto.
Ni que decir tiene, que la película de Wong Kar-wai tiene una banda sonora flipante, unas actuaciones vibrantes y, especialmente, una fotografía y escenas en las que se recrea a cámara lenta con la música, que son para llorar de tanta belleza. Por supuesto, nada de esto está en El diario de Noa.
Además, la película hongkonesa es del año 2000, tan solo cuatro años antes que la americanada objeto de este artículo. Quiero decir con esto que no me vale que se achaque la toxicidad de El diario de Noa a que es película de hace muchos años, porque Deseando amar es de la misma época y la relación de los dos protagonistas no tiene nada que ver.
El diario de Noa: realismo o romanticismo
La realidad también puede ser romántica y el romanticismo no tiene por qué estar ligado con la toxicidad (de hecho, se recomienda que estos dos conceptos no se interrelacionen entre sí).
El largometraje de Cassavetes es ñoño a más no poder. Desde la primera escena con una puesta de sol rosa chicle, hasta la última en la que los dos están muertos en la cama. No hay ni un solo momento que no te haga querer vomitar arcoíris.
Entended, que, para mí, que soy bastante escéptica (y un poco cínica) ver esta película ha sido una tortura china. Y oye, como a todo el mundo, de vez en cuando me gusta ver películas de historias de amor, pero chica, es que las historias de amor no tienen por qué ser ñoñas. Así que a ver si en Hollywood van espabilando de una vez y dejan de mandarnos estos truños desde el otro lado del Atlántico.
Si este San Valentín, te apetece ver algo romántico y, por qué no, un poco triste, yo desde luego me quedaría con Deseando amar y no con El diario de Noa.