Bukowski: ‘La senda del perdedor’
Seguro que os suena el nombre de Charles Bukowski. En esta ocasión, queremos presentaros la que probablemente sea su mejor novela. Cruda, desmoralizante, y hermosa a su retorcida forma, La Senda del Perdedor nos relata, en clave de ficción, la infancia y juventud del propio autor, a través de su álter ego: Henry Chinaski.
Un exitoso perdedor
En los últimos 30 años, Charles Bukowski ha pasado de héroe underground a convertirse en todo un icono literario. Duro, indecente, incorrecto y desagradable, cuenta con millones de fans a lo largo de todo el mundo, que nos repugnamos deleitosamente con su obra en prosa, y nos emocionamos (aun guardando la compostura de la gente chunga) leyendo su poesía.
Este exponente del realismo sucio nació en 1920 como Henry Charles Bukowski, en Andernach, una pequeña ciudad alemana a orillas del río Rin. A la edad de tres años, se mudó con su familia a Estados Unidos, país del que su padre poseía doble nacionalidad. En 1931, los Bukowski se instalarían definitivamente en una casa baja en un barrio del centro de Los Ángeles, en el número 2122 de South Longwood Avenue, al sur de Washington Boulevard.
Hank, como le conocían sus amigos, murió de leucemia en marzo de 1994, después de haber vivido una vida quizá demasiado corta, pero indudablemente plena y según sus propios términos. En mayo de 2015, la casa de South Longwood Avenue (en la que vivió hasta 1942, y durante un breve periodo en 1947) fue vendida por 569.900 dólares, y reformada por sus nuevos dueños. Desde octubre de ese mismo año, se puede pasar en ella una noche por 500 dólares, más impuestos.
Dicha casa aparece con prominencia en la película documental Born Into This, estrenada en 2003 por el director John Dullaghan. Antes de ello, sin embargo, fue hecha famosa gracias a la novela que pretendemos reseñar (brevemente) en este artículo: La Senda del Perdedor.
La senda del perdedor: Jamón con pan de centeno
Qué tiempos tan frustrantes fueron aquellos años: con el deseo y la necesidad de vivir, pero sin la habilidad para ello.
Henry Chinaski
Para 1982, Bukowski había publicado ya buena parte de su obra poética, así como de sus cuentos cortos. Había publicado, también, tres novelas: Cartero, Factotum, y Mujeres. Sin embargo, La Senda del Perdedor (“Ham on Rye”, en inglés, en referencia a una comida corriente en Alemania) es ampliamente considerada como su mejor trabajo, al menos en prosa.
De naturaleza semi-autobiográfica, transcurre entre la Gran Depresión y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, y relata el periodo desde la infancia hasta la adultez temprana de Henry Chinaski. A su estilo acostumbrado, directo y sin florituras, le añade un punto de reflexión, propio de la madurez de Bukowski como escritor.
El padre de Henry ejerce como principal antagonista de la obra. Poco a poco, dicho antagonismo se va trasladando al resto del mundo, autoritario y abusivo, por extensión. Y es que, para Henry, la vida no es sino una sucesión de decepciones que golpean tan fuerte como el cinturón de su padre, o los puños de otros niños más mayores que él.
Torpe y de aspecto simiesco, el pequeño reacciona, a su forma silenciosa e introvertida, contra todo aquello que le rodea. La vida le enseña que el éxito o la satisfacción personal no se obtienen mediante el trabajo o el esfuerzo, sino estableciendo relaciones de poder sobre otros (como la de su padre sobre su madre o él mismo, o la de sus profesores, compañeros, etc.). Y esto lo cuenta en primera persona, con una honestidad brutal.
La figura más amable en la vida de Henry es su abuelo paterno, al que apenas ve. Por lo demás, siente una cierta simpatía hacia otros niños tullidos física o emocionalmente, marginados, como él, aunque nunca llega a estrechar lazos con ninguno. En un momento de la narración, sin embargo, descubre que tiene una gran facilidad para plasmar ideas por escrito y deriva una gran satisfacción de ello. La literatura se convierte en su primera fuente de alivio. La otra será el alcohol, después.
La Senda del Perdedor es el retrato feísta de un joven pustuloso abocado al fracaso, de gran mérito artístico. El relato de juventud de Henry Chinaski resulta desolador, aunque se disfruta por su sentido del humor y energía. Igualmente, cuenta con algunos momentos de gran sensibilidad poética, aun más meritorios si tenemos en cuenta su estilo descarnado y minimalista.
Como su padre cuidando las rosas del modesto jardín del número 2122 de South Longwood Avenue, Henry Chinaski (o Charles Bukowski, que, para el caso, es lo mismo) es un hombre sombrío que nos expone, entre la mierda, la belleza de sus memorias.
La senda del perdedor: El pájaro azul
La Senda del Perdedor fue editada en castellano por “Anagrama” en su colección “Compactos”, en diciembre de 1996. Posteriormente, fue reeditada bajo el sello “Contraseñas” de la misma editorial, en 2006, y recopilada junto a “Hollywood” en un segundo volumen de “Compendium”, el año pasado.
Para cerrar el artículo me gustaría dejaros uno de mis poemas favoritos de Bukowski, que creo que resume perfectamente, si no su argumento, el espíritu de la novela. Se titula “El Pájaro Azul”, y la traducción es de un servidor.
Espero que os guste.
“hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy demasiado duro para él,
le digo, quédate ahí, no voy
a dejar que nadie te
vea.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky por encima e inhalo
humo de cigarro
y las putas y los camareros
y los dependientes de las tiendas de comestibles
nunca saben
que
está ahí.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy demasiado duro para él,
le digo,
agáchate, ¿acaso me quieres
joder,
joderme el
trabajo,
volar por los aires mis ventas de libros en
Europa?
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy demasiado listo, solo le dejo salir
por la noche algunas veces
cuando todo el mundo duerme.
le digo, sé que estás ahí,
así que no estés
triste.
entonces lo vuelvo a meter,
pero ya canta un poco
adentro, no lo dejo morir
del todo
y dormimos así
juntos
con nuestro
pacto secreto
y es lo suficientemente bello como para
hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro, ¿lloras
tú?”