‘Cuando Kafka hacía furor’, de Anatole Broyard
Tristones todavía por la muerte de Diane di Prima, volvemos a darnos un paseo por su antiguo barrio, esta vez de la mano de Anatole Broyard. En Cuando Kafka hacía furor nos internamos en el Village, desde orillas del río Hudson hasta Washington Square. Es la época del revisionismo neofreudiano y el expresionismo abstracto (ser hip tiene un precio). Espero que os gusten el café negro y los cigarrillos. Allá vamos.
El Greenwich Village
La literatura es la agencia de viajes más económica que existe, así como la única máquina del tiempo disponible (de momento). A través de ella, nos daremos un garbeo por el Greenwich Village.
También conocido, simplemente, como El Village, se encuentra en el suroeste de Manhattan, delimitado por la calle 14, la de Houston, Broadway, y el río Hudson. Este barrio, repleto de parques y edificios bajos de ladrillo rojo, ha sido Historia viva del siglo XX y varios de sus más notables movimientos artísticos. Por ahí han andado beatniks (de los que algo hemos hablado ya en esta revista), hippies, punkis y demás fauna alternativa. Aún hoy en día, es considerada como una zona bohemia, vanguardista, y centro de movimientos liberales tales como el LGTB en Nueva York.
Nosotros nos quedaremos antes, en los años 40. Nuestro cicerone es un hombre joven pulcramente afeitado y con gruesas cejas negras. Viste de luto riguroso con un jersey de cuello vuelto, pantalones de pinzas y botines. Es momento de efectuar las presentaciones.
Anatole Broyard
Nacido en Nueva Orleans en 1920, en el seno de una familia criolla, Anatole fue conocido por su trabajo como crítico literario en el New York Times.
Antes de eso, tomó parte en la Segunda Guerra Mundial como conductor de camiones. Estando en Tokio, logró reunir una buena cantidad de dinero haciendo negocios en el mercado negro. Una vez volvió a EEUU, en 1946, se matriculó en la Nueva Escuela de Investigación Social de Nueva York.
Paralelamente, abrió una pequeña librería en Cornelia Street, a tiro de piedra de Washington Square. Ahí se especializó en literatura modernista, poniendo el acento en autores tales como Wallace Stevens, D.H. Lawrence, Louis-Ferdinand Célin, o, cómo no, Franz Kafka.
En cuanto a sus dos novelas, ambas fueron publicadas póstumamente. Ebrio de Enfermedad y la que nos ocupa.
Cuando Kafka hacía furor
El libro es una declaración romántica a un tiempo pasado y al ritmo de un lugar concreto. Justo después del final de la Guerra, el Greenwich Village de Nueva York vibra como una hoja de papel delante de un ventilador. Entre la juventud corre una sensación de renacimiento, un deseo de liberarse de las cadenas sexuales e intelectuales de la época.
En este contexto llega Anatole al Village, extasiado con todo cuanto percibe. Es un muchacho sentimental, que va por ahí con el corazón en la mano, sin miedo a que se lo descuarticen. Recién llegado de la contienda, quiere darle un vuelco a su vida y cree saber exactamente cómo hacerlo.
Aprovechando una beca para veteranos de guerra, se inscribe en la universidad y se muda al número 23 de la calle Jones. Ahí decide iniciar su carrera como escritor. Además, conoce a Sheri Donatti (trasunto de Sheri Martinelli), pintora y poeta hípster, de la cual se enamora instantáneamente. Ella es, para Anatole, más que una mujer: una idea abstracta, un cuadro andante de estilo expresionista.
A Sheri, por su parte, le atrae el espíritu inocente de Anatole, así como su encanto sureño. De modo que se convierte en algo así como su nueva gurú, iluminándole en cuestiones tales como la filosofía, el arte, o la entrepierna. Sheri cae sobre Anatole como una catástrofe natural, portentosa e inevitable.
Cuando Kafka Hacía Furor es el canto a un estilo de vida marcado por el amor a la literatura y la fascinación por el sexo. Contado de manera sencilla, cómica, incluso, pero sin restarle un ápice de dramatismo a las vivencias de su protagonista. Llena de momentos curiosos y múltiples referencias a artistas y escritores de la época, la novela se lee con facilidad y buen ánimo (como se escucha un solo de guitarra jazz, por ejemplo).
Anatole Broyard dirige una mirada cómplice a su propia juventud, tomándose en serio la época, pero no tanto a sí mismo. Un esfuerzo que le tomó varios años y que no pudo terminar dada su muerte en 1990 a causa de un cáncer de próstata.
Aun así, la novela no da sensación de incompleta, y puede disfrutarse enteramente, como dando un paseo en el tiempo, al son del Village.
De uñas con el libro
Para ayudarnos en este particular viaje, contamos en español con la edición de La Uña Rota, publicada en mayo de 2015.
Además de contar con un interesante prólogo explicativo de parte del propio Broyard, presenta un epílogo a cargo de su segunda esposa. En él, Alexandra Broyard repasa los apuntes que tenía su marido para terminar la novela, para hacernos así una idea.
Finalmente, la edición cuenta con un artículo publicado por Broyard en el Partisan Review, en 1948, titulado, muy apropiadamente, Retrato del Hípster.
Anatole nos dice adiós y se marcha entre el gentío de la calle Bleecker, quién sabe si a encontrarse con Sheri. Y nosotros, los furiosos, de vuelta a 2020. O quizá no tengamos prisa y nos quedemos por aquí un ratito…
Imagen de portada: Franz Kafka. Ilustración de Ayala Tal.