El Me Too y los hombres: el necesario compromiso que no llega
Las denuncias en torno al movimiento Me Too llegan desde diferentes latitudes e industrias, pero con ritmos todavía muy lentos. La última en alzar la voz ha sido la archiconocida actriz del star system hollywoodiense, Blake Lively. Recientemente, la actriz ha demandado a Justin Baldoni, director y coprotagonista de Romper el círculo (2024), por acoso sexual durante el rodaje en el que, tal y como relata Lively, se sucedieron comentarios sexuales e inapropiados sobre ella por parte de Bardoni y el productor Jamey Heath.
El enfrentamiento de la actriz ante Baldoni y Heath por este comportamiento en el set de rodaje, desembocó en una supuesta campaña de descrédito durante la promoción de la película, campaña destinada a menoscabar la reputación social de la actriz.
Poner en tela de juicio a quien denuncia
Como sabemos, el caso de Lively no es aislado y, tristemente, sigue un patrón claro y habitual que se repite tras el acto de denuncia, ya sea social o formal: el descrédito y menoscabo de la reputación de la víctima.
Estas son estrategias recurrentes en contextos de violencia de género y agresiones sexuales, que se emplean con el objetivo de deslegitimar sus testimonios, pero también con el fin de perpetuar la impunidad de los agresores. De esta forma, se pone en duda públicamente el testimonio de la víctima cuestionando su conducta, vestimenta o vida personal. Estas dinámicas perversas revictimizan, modelan las narrativas mediáticas y desincentivan las denuncias para evitar el juicio social.
Lo hemos visto en muchas ocasiones, de forma muy sangrante en el caso de Nevenka Fernández, por ejemplo, o en las últimas denuncias por acoso sexual al expolítico Íñigo Errejón. Pinchando AQUÍ tienes una cronología completa sobre el movimiento Me Too en Estados Unidos, Francia y España, que pone luz sobre este asunto.
Me Too: ¿Dónde están los hombres?
Hay días en los que los scrolles infinitos que hacemos en Instagram o cualquier otra red social al uso, dan sus frutos con hallazgos interesantes. De esta forma, durante estos últimos ratos muertos en redes me he encontrado con una entrevista muy interesante a la directora y actriz Marta Nieto, de la mano de Javier Zurro, periodista de Cultura en eldiario.es.
En la entrevista, la cineasta, que debuta ahora como directora con la película La mitad de Ana (2024), en la que también toma el papel de actriz protagonista, pone el foco en un tema clave en el universo #MeToo que suele pasar inadvertido: el casi nulo compromiso que muchos hombres del entorno cultural y mediático que, muy probablemente, hayan asistido a escenas cuanto menos comprometidas, tienen a la hora de alzar la voz para denunciar o, al menos, corroborar testimonios.
“Hay una red de seguridad porque hablamos entre nosotras; aunque sea entre nosotras nos sentimos sostenidas, y sí que se contagia y tenemos aliados; pero estoy deseando que tomen el relevo, que les preguntemos a ellos ¿Lo has visto hacer?; ¿Lo has hecho?; ¿Has visto abusos? Porque es que yo lo he visto, a mí me lo han hecho, pero también lo he visto. Quiero que ellos se involucren, que sean conscientes y que asuman su responsabilidad”, responde Marta Nieto durante la entrevista a eldiario.es.
Las redes de seguridad de las mujeres necesitan aliados
Tal y como apuntaba la directora y actriz Marta Nieto, resulta agotador que las mujeres carguemos con todo el peso de señalar, acusar y relatar con pelos y señales todos los casos de abusos de los que podemos haber sido víctimas.
Ahora resulta más fácil porque se ha tejido una cada vez más extensa red de seguridad entre las mujeres que da aliento y fortaleza a todas aquellas que deciden dar el paso. Pero en estas redes de seguridad son también muy necesarios los hombres. Quienes lo hayan presenciado o, incluso, quienes lo hayan hecho, deberían tener la valentía de romper el silencio, reconocer sus errores y apoyar activamente la construcción de espacios más seguros e igualitarios.
Si nosotras lo hemos visto, si lo hemos presenciado hacia otras compañeras o si lo hemos sufrido, es porque alguien ha cometido el abuso. Por tanto, existen todavía muchas voces que permanecen silenciadas bajo un absurdo código de lealtad que deberían romper.
Me Too: poner fin a los pactos entre caballeros
Esto no va de pactos entre caballeros, sino de respaldar a quien sufre y denunciar a quien hace sufrir. La necesaria y urgente implicación de los hombres en el movimiento #MeToo no solo refuerza las mencionadas redes de seguridad, también envía un mensaje claro y directo de rechazo ante la complicidad, el silencio y la normalización de las conductas de abuso.
La responsabilidad de romper con estas dinámicas de poder es de todas y todos. Esta lucha debe ser colectiva para transformar, verdaderamente, nuestra sociedad, y crear un mejor futuro para las próximas generaciones.
Ilustración de portada de Tara Jacoby.