‘Las largas sombras’: ¿querrías reencontrarte con tu “yo” de hace 20 años?
¿Sin series a la vista? Hoy te recomendamos una de las buenas. Con un comienzo inquietante, la serie Las largas sombras mantiene la intriga durante todos los episodios y será capaz de descolocarte en más de una ocasión. Los giros de guion están asegurados, así como la calidad interpretativa y el buen tino en guion y dirección. Pero no solo eso, Las largas sombras pone sobre la mesa una serie de temas a debate, más o menos generacionales, que dan para pensar y replantearnos pasado y futuro.
Las largas sombras, creada y dirigida por Clara Roquet, con un elenco de altura capitaneado por Elena Anaya e Irene Escolar, con unas excelentes Itziar Atienza, Belén Cuesta, Marta Etura, Ana Rayo y Lorena López, acompañadas de Jorge Usón, Roger Casamajor, Francisco Nortes y Juan Blanco, es una de las mejores series españolas que podrás ver para acabar este año. Una serie para disfrutar y celebrar el presente.
Las largas sombras: el paso del tiempo
Hace unas semanas que siento que se me está descolgando la parte inferior de la cara. Es una chorrada, no está pasando, o en realidad sí, pero de forma lenta, el ojo humano no podría detectarlo tal y como aparece en mi mente. Lo siento incluso físicamente, obligándome a pasar la mano por la cara para sujetar los músculos que noto inertes. Aunque no me obsesiona excesivamente el paso del tiempo, he soñado durante los últimos días con esa piel y músculos de la mandíbula derritiéndose, como en una especie de transformación alienígena. Me levanto y escudriño la zona en el espejo, pero todo está aparentemente en su sitio. Pero yo lo noto, noto que se desparrama.
Nuestro cuerpo y nuestra mente envejecen, cambian, se transforman. Un día ya no eres de las “más jóvenes” de la ofi. Sin darte cuenta ya no entiendes gran parte de algunas conversaciones, hay nombres de cantantes y grupos de música que no has oído en tu puta la vida y te das cuenta de que hay lugares que ya no están hechos para ti. Y empiezas a recolocarte y reconocerte en una piel que está cambiando y en un lugar en la sociedad que ya no es el que te pertenecía, ahora esos espacios pertenecen a otras, a otros. Y eso está bien, solo que requiere de un tiempo de adaptación que parece que no tenemos…
Regresar al lugar en el que fuimos otras (que ya nunca seremos)
En Las largas sombras vemos cómo las protagonistas, un grupo de amigas del instituto que han tomado caminos diferentes, se reencuentran de forma accidental tras más de 20 años. Algunas han permanecido relativamente unidas, pero otras no. El personaje interpretado por Elena Anaya, Rita, vive en Londres, y no solo está alejada físicamente de Elda, el pueblo natal de las protagonistas y en el que transcurre la trama, Rita también ha construido una alargada distancia emocional con las que fueron sus amigas en otra época, un tiempo del que parece que les separe un siglo.
El paso del tiempo, el trascurso de los años que se ancla en la comisura de los labios y asoma por el rabillo del ojo, no nos deja ver quienes fuimos en otro tiempo y en otro lugar. Ese paso del tiempo es uno de los temas principales de Las largas sombras, pero no solo en cuanto a su mella física, sino también en lo que se refiere a las huellas que dejan las heridas pasadas y van moldeando a las personas en las que nos convertimos.
Algunas de las chicas de la pandilla han mantenido el contacto permanente al vivir en el mismo lugar, pero, a nivel emocional, se encuentran en planetas de diferentes galaxias. Pero ¿esta lejanía está solo motivada por el paso del tiempo o hay algo más?
Las largas sombras: los viajes que te zambullen en la edad adulta
Siempre hay un viaje en el que, de alguna manera, entramos en la edad adulta. Es una especie de ensayo de la adultez en el que en apenas 5 o 6 días aprendemos un poco a “vivir” por nosotras mismas, rebasando algunos límites y forjando relaciones que se mantendrán por los años, al menos, en un dulce recuerdo en nuestra memoria.
En el caso de Las largas sombras es un viaje de fin de curso a Mallorca. En uno de esos hoteles costeros de pasillos enmoquetados y piscina olímpica, chicas y chicos que comienzan a vivir descubren más sobre sí mismas y sobre quienes les rodean. Aquellos días de playa en Mallorca fueron también determinantes en las vidas de Rita y las demás. Tanto, que las consecuencias de todo aquello resuenan en la actualidad cuando todas ellas tienen sus vidas, aparentemente, montadas y bien encarriladas.
Heridas sin cicatrizar
Un amor pasado con el que te reencuentras más de dos décadas después, una persona tóxica que te hizo la vida imposible, un cuaderno de secretos y un conjunto de malas decisiones que te llevan a lugares equivocados. El regreso a los escenarios de la infancia provoca en Rita la necesidad de purgar pecados pasados, por muy dolorosos que sean, para tratar de dejarlos atrás de una vez por todas. Es el momento de empezar a curar las heridas que han permanecido abiertas demasiado tiempo.
En Las largas sombras, Clara Roquet hace un ejercicio de virtuosismo de guion, manteniéndonos enganchadas de principio a fin. Cuando piensas que ya lo tienes, que has resuelto el entuerto, el siguiente episodio desmonta todo lo que pensabas para hacerte poner el foco en un nuevo lugar hacia el que no habías mirado. Maravillosas Elena Anaya y el resto del reparto. Consiguen que te metas de lleno en la historia y disfrutes de unos personajes muy bien cimentados.
Si estás pensando en ver Las largas sombras, no te prives de este placer. Una serie muy recomendable para ir dando carpetazo a otro año más, un poco más viejas y algo más sabias, ensayando nuestro nuevo lugar en el mundo y aprendiendo a sanar heridas.