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Entrevista a Celia de Molina: “La sociedad no está preparada para escuchar a las madres”

Cuarentena, el divertidísimo y realista corto de Celia de Molina sobre la verdad del parto, ha sido preseleccionado para los Premios Goya. Por ese motivo, y porque en Las Furias somos fans del humor y la forma de narrar de la de Linares, le hacemos una entrevista para que nos cuente los entresijos de un plano secuencia que te remueve y te hace reír a partes iguales.

En la anterior entrevista a Celia de Molina nos contó que estaba preparando una película basada en una experiencia real sobre el postparto. El esperado film se llamará No es universal. Celia lo ha escrito, lo dirigirá y lo protagonizará. Cuarentena da un salto hacia atrás en la historia para, en la piel de la actriz y divulgadora Andrea Ros, contarnos toda la verdad del parto. Sin escatimar en detalles y con toda la ironía y el arriesgado humor al que nos tiene acostumbradas la autora.

Porque Celia de Molina, como ha demostrado en su inolvidable serie El Antivlog, o ahora en Cuarentena, es una autora con una forma muy personal y única de contarnos historias. Una mujer todo terreno, que además de ser una de las mejores actrices de nuestro país, entiende el mundo desde un lugar súper interesante y particular que no nos deja de sorprender. Estamos deseando poder ver No es universal, porque si el largometraje es la mitad de auténtico, reivindicativo, atrevido y divertido que Cuarentena, será todo un éxito y toda una experiencia.

Por cierto, si aún no habéis visto Cuarentena, lo podéis ver en Movistar Plus+ pinchando AQUÍ.

Póster de Cuarentena, de Celia de Molina.
Póster de Cuarentena, de Celia de Molina.

Hablamos con Celia de Molina

– ¿Qué te motivó a hablar sobre el parto y el postparto en tu corto?

Pues lo que me motivó fue el parto de mi hijo, porque fue tan traumático que… Todo aquello para lo que yo me había preparado, lo que había escuchado, porque había ido a todas las clases de preparación al parto, había hablado con muchísimas amigas, me había informado en plan “el parto es tuyo”, “tú puedes”, “todo esto va a ser increíble”, “solo depende de ti”… Y no, no depende solo de ti, es que depende de muchísimas cosas y, además, en mi parto, hubo muchísimas complicaciones…

Ese shock fue tan tremendo que, un día que estaba en Málaga en casa de mi hermana Isabel, y de repente dije “voy a escribir”; me puse a escribir lo que sentía y me salió este corto. Fue como si yo estuviera hablando con una amiga, contándole lo que realmente había sido mi parto.

– ¿Lo escribiste del tirón?

Sí, sí, lo escribí del tirón. Fue un momento en que lo saqué todo de golpe. De hecho, recuerdo que lo escribí y se lo leí a mi madre; se rio muchísimo y lo guardé en un cajón. Siempre lo digo, tengo un cajón lleno de millones de cosas, que, si algún día alguien se da cuenta, vamos, conmigo se hacen de oro (risas), porque tengo mogollón de ideas y cosas escritas… Y cuando vi que salió el concurso de DAMA Cortos, el guion de Cuarentena lo rescaté. Pensé que era perfecto para este concurso. Y, fíjate, gané y aquí estamos hablando del corto.

– En una frase, ¿cómo describirías el mensaje principal que quieres transmitir con el corto?

Para mí, en una frase, sería… a ver… “Todo aquello para lo que te has preparado y que no tiene nada que ver con la realidad”. Así lo resumiría. O, mejor aún, “opositar durante 30 años y descubrir que has entendido mal el temario“.

-Al hilo de lo que nos cuentas, ¿fue difícil encontrar un equilibrio entre el realismo y la sensibilidad al abordar un tema tan íntimo como este?

Pues creo que no fue tan difícil porque fue una cuestión de ser honesta. En el corto, pues, al final, quien me conoce sabe que el personaje que interpreta Andrea Ros, soy yo hablando. De hecho, me dicen “es que veo el corto y te veo a ti hablando”…

El texto y lo que estoy contando es tan honesto que, claro, en la vida, al final, o al menos a mí me pasa, todo está filtrado por la comedia y el drama. Todo eso convive. Entonces, al vivir una experiencia tan traumática y pasarla por el filtro del humor o de la ironía, de quitarle un poco de… no de profundidad, porque es súper profundo también cuando se habla desde la ironía…, pero sí quitarle un poco de dramatismo, hace que se convierta en algo honesto.

Creo que al final el corto tiene ese equilibrio porque es todo verídico. Se cuenta desde un punto de vista muy concreto que es la forma que yo tengo de ver el mundo, entonces, no hay ni trampa ni cartón, es así como yo lo veo. El subtexto está en la ironía, en “te estoy contando esto como si me importara poco, ¿no?”, pero realmente es algo con lo que lo he pasado fatal, ha sido horrible, pero te lo estoy contando como si importara poco, y no es verdad, importa muchísimo, pero cuando haces ese análisis es porque realmente lo has tenido que digerir…

– ¿Crees que la sociedad está preparada para hablar más abiertamente de los aspectos menos idealizados de la maternidad?, ¿o no?

Pues no sé si está preparada, pero desde luego debería. Y las mujeres o las personas que deciden ser madres estaría muy bien que contaran con esta información, porque al final llegamos todas como “hemos sido engañadas, ¿no?” (risas). Es decir, claro, todo esto no te lo han contado, y de repente te lo encuentras y es un trauma 10 veces mayor. Piensas, quizá si lo hubiera sabido a lo mejor no sería un trauma tan grande…

Siempre lo digo, de pequeña, con 2 años o así, no sabía hablar, pero sí que sabía cambiarle el pañal a mi nenuco, y esto, que puede parecer una coña, es una realidad. O sea, que yo, desde los 2 años, toda la vida es como “ser madre, ser madre, el día más bonito de tu vida”, y llegan los Reyes Magos y me regalan el nenuco que no tenía, y luego otro que se caga y le tengo que cambiar; otro que habla…, toda la vida así. Entonces, claro, luego el shock es tremendo, porque no es así.

Te lo han edulcorado todo tanto… Y todo esto tiene que ver también con que los relatos siempre los han contado, en el 99% de los casos, en el mainstream y en todo lo que nos llega, desde una visión masculina; entonces, si no habla ella, hay un relato que no se está contando y que es nuestra experiencia, que también es universal, debe serlo y es muy interesante.

Hace poco me hacían una pregunta, también me decían, “cómo ves tú últimamente, que hay tantos relatos de maternidad en el cine y tal“… Y decía, bueno, a ver, esto las mujeres estamos empezando a contarlo, bueno, no es verdad, es cierto que siempre ha habido mujeres contando estas historias, pero se nos ha borrado, nos han eliminado… Y sí, es verdad que últimamente hay muchas mujeres hablando sobre este tema, pero, ¿cómo no?

Si es que esto te arrasa, es un meteorito que te cae y te arrasa entera; es tan trascendente en tu vida, en tu piel, en tu imaginario, el cerebro te cambia cuando eres madre, o sea, ¿cómo no vas a contarlo? Estamos ya también cansados de tanta historia de narcotráfico, ¿no? (risas), así que no pasa nada con que haya tres historias de maternidad. De repente, “uy, uy, uy, todas hablando de ser madres”, pero no, perdona, llevo yo comiéndome el narcotráfico desde que soy pequeña y ahora porque haya tres mujeres hablando de maternidad parece que es como “qué pesadas”.

Hay muchos componentes y tiene mucho que ver con que estemos hablando de esto, también con parte de esta pregunta que tú me hacías sobre si está preparado el mundo, pues no lo sé, yo creo que sí, es necesario, pero si no lo está, pues mira, que se preparen (risas).

– Porque el parto está súper idealizado…

Sí, te dicen que te ponen el bebé encima y que es increíble y, a ver, sí, pero un parto, depende de cómo sea, es una cosa muy salvaje y hay sangre, partes del cuerpo, es algo muy visceral… Pero todo siempre está contado desde un lugar desde el que no se moleste al “señor”, ¿no? Por eso en el corto esa parte está guay, porque se convierte en una peli de terror, cómo nace, cómo dice que le dan la vuelta a la cabeza… (risas) porque es que eso es lo primero que ves: una cabeza girando 180º que sale, llena de sangre… Pues esa es la primera vez que ves a tu hijo. No nace y ohhhh (risas).

Celia de Molina durante el rodaje de Cuarentena.
Celia de Molina durante el rodaje de Cuarentena.

– ¿Cómo crees que tu corto puede contribuir al debate sobre la salud mental y física de las madres?

Guau, sí, ese es un tema importante. En el corto, a través de la ironía, se habla del parto, pero al final la protagonista dice: “y de lo del postparto ya te hablaré otro día” … y es que eso da para otro corto, otra peli, una serie… He ido a muchos sitios a presentar el corto y a la salida se me han acercado muchas mujeres diciéndome: “Uy, qué maravilla. Me he acordado del día que yo parí y me pasó esto y lo otro”, y me contaban diferentes historias.

Creo en lo de narrarnos y compartir. Mujeres que a lo mejor no han hablado nunca de su parto porque, de verdad, es que no se habla hasta que no te lo pregunta alguien, o hasta que no estás sentada con alguien que te habla del suyo. El corto provoca una cosa como muy de comunicar y de darte cuenta de que, al final, lo que te pasó a ti, pues les ha pasado a otras.

Cada parto es un mundo, no tiene nada que ver uno con otro. Entonces, contarlo es muy sanador, todo lo que sea verbalizar y darle voz a lo que te ha pasado es bueno para la salud mental. Pero luego hay un “temazo” que es el postparto. Yo, por ejemplo, en el postparto de mi primer hijo, con el tiempo me he dado cuenta de que tuve una depresión, además muy fuerte. Y me he dado cuenta al tener a mi hija y ver la diferencia. Por eso creo que es muy importante abordar este tema que afecta mucho a la salud mental y física de las mujeres.

Es algo tan fuerte, tan, tan fuerte, y la sociedad está tan de espaldas a esto, que te sientes sola, y en esa soledad piensas que eres tú la que estás mal, ¿no? Porque si todo lo que te han dicho es que tienes que estar feliz, y te dicen “mira el niño, qué bonito, tienes que estar tan feliz. ¿Qué te pasa?” Y tú estás contestando que estás feliz, pero por dentro estás rota. Hay algo muy potente ahí y es que la sociedad no está preparada para escuchar a las madres.

Todo el mundo mira al bebé y la madre pasa a un segundo plano. Yo siempre lo digo, cuando vayas a casa de una mujer recién parida, si el bebé está bien, lo más importante es preguntarle a la madre “¿y tú cómo estás? ¿Qué necesitas?”, porque su cuerpo es una bomba de relojería. Te están pasando cosas que no te han explicado nunca y a niveles “tochísimos”. Por ejemplo, yo recuerdo ir por la calle y, de repente, si un bebé que no era mi hijo lloraba a 200 metros, si yo lo escuchaba, mis pechos soltaban leche… Eso es muy heavy.

Hace falta que todo esto se cuente y que la sociedad se ponga a escuchar mucho más a las madres, que hay mucho que contar.

Muchas veces no sabes qué te pasa y no lo cuentas porque piensas que si lo dices todo el mundo va a decir, “hostia, esta está fatal; está loca o no sirve para ser madre”. Romper eso es muy fuerte. Así que, contarlo ayuda a naturalizar y relativizar. A mostrar que lo que te pasa es normal.

– ¿Tenías claro quién lo interpretaría?

Sí, tenía claro que sería Andrea Ros. Me parece una actriz superdotada. La conocía desde hace muchísimos años, sobre todo, del teatro. Con 18 años ya hacía un monólogo de hora y media ella solita. Me ha parecido siempre una actriz impresionante, con una capacidad de verdad, de digerir lo que dice y de comunicación… Tenía clarísimo que sería ella. Luego, además, en temas de maternidad, ella es una tía que sabe un montón, se ha informado y ha estudiado muchísimo. También ella me conocía a mí, sabe cómo me muevo, cual es mi humor…

El corto es un plano secuencia, seis minutos sin cortes, que solo funciona porque hay una buena actriz, porque si ese texto te lo dicen mal, pues no hay corto o hay un corto malo. Entonces, era muy importante, sí, porque al ser sin cortes, el ritmo lo marcaba ella.

– ¿De dónde salió la idea de un solo plano?

Pues, a ver, es cierto que DAMA Cortos, el programa por el cual pude hacer este corto, ya en sus bases tenía una especificación muy clara y era que el corto tenía que poder rodarse en una sola jornada. Claro, eso ya te condicionaba mucho. Es verdad que el corto es muy cortito, tampoco te vas a poner a meter un dron en la cafetería… Pero sí es verdad que hacerlo así también fue una decisión puramente de dirección.

Siempre nos han hablado sobre estos temas de forma muy edulcorada, la cámara te cuenta lo que te quiere contar. Yo quería que fuera lo más limpio posible, que no hubiera nada que te pudiera distraer; es ella y su narración. No iba a poner música, ni nada de fondo, lo único dulce del corto es el chocolate y el croissant que se está comiendo… Todo lo demás, cero edulcorado.

Creo que fue una decisión arriesgada, y aunque tuve dudas, estoy contenta con el resultado, porque va con la esencia de lo que quiero hacer. Hay una mirada muy clara, es mi forma de presentarme en la industria como directora.

Celia de Molina y Andrea Ros durante el rodaje de Cuarentena.
Celia de Molina y Andrea Ros durante el rodaje de Cuarentena.

– ¿Cuarentena es la antesala de tu primera película No es universal?

Creo que sí; la película mantiene esa ironía en los diálogos. El personaje protagonista tiene verborrea, que yo también soy así (risas), pero la película es más canalla. He soñado a lo grande. De repente, hablo con la mujer de Bergman y tengo un número musical con mi hermana, Natalia de Molina, que es súper divertido. Es más loca, responde menos a las reglas clásicas del guion, pero tiene mucho sentido y mucha mala baba, pero todo con mucho humor.

Es como si después de la cafetería del corto Cuarentena, siguiéramos a Andrea Ros que se va a vender una película sobre la maternidad a una cadena de televisión y todo lo que le pasa después. Que en la cadena le dijeran que su película “no es universal” y se volviera loquísima (risas) y entonces busca la forma de hacerla.

-¿Cómo está el tema de la producción de la peli?

Hemos tenido una trayectoria de desarrollo muy potente, la verdad; hemos pasado por bastantes laboratorios, estamos en las residencias de la Academia del Cine y acabamos de cerrar el último laboratorio en Abycine en el que nos hemos llevado el premio gordo.

De hecho, la productora ya está cerrando todo el tema de la coproducción y la distribución, por lo que espero que en 2025 podamos cerrar la financiación para comenzar con el rodaje. Va a ser muy fuerte.

– ¿Qué es lo que encuentras de la Celia actriz en tu faceta como directora?

Te diría que bastante, porque creo que cuando dirijo se me nota que soy actriz, que sé lo que es estar ahí. Por eso soy tremendamente cuidadosa con los actores, me gusta muchísimo, intento darles mogollón de espacio… Eso sí, me gusta trabajar con actores y actrices muy buenas, que resuelvan mucho y que tengan la capacidad de improvisar.

Tengo la suerte de rodearme de gente muy potente en el mundillo de actrices y actores. Creo que se me nota mucho que he estado ahí. Pero disfruto más dirigiendo, me he dado cuenta de eso. Dirigiendo y escribiendo es como soy más feliz. Quiero contar mis historias, hablo de cosas que me gustan, que me emocionan, me río de todo… Yo es que en el fondo soy muy gamberra (risas).

-Por último, ¿qué opinas de la corrección en la comedia?

Yo es que una comedia correcta, personalmente, no me interesa, no la disfruto. No soy espectadora de eso. Entiendo que exista y está bien que así sea, pero me gusta que puedan existir otras cosas. Por ejemplo, cuando hacía El Antivlog, que me parece grandioso y me encanta ese tipo de humor, no conseguí venderlo, nadie (me refiero a los que producen), confiaban en ello y le veían salida. Y eso me parece de ser miope.

Creo que también tiene mucho que ver con ser mujer y hacer comedia, que es que tienes que convencer a “señoros” de que eso interesa. Pero es que les da igual, ellos no quieren verte ahí, no les haces gracia, no les interesa.

Siento que ahí se ha perdido mucho. Es verdad que estamos viviendo un buen momento para la comedia hecha por mujeres en las redes o los podcasts, pero en el audiovisual es complicadísimo.

Me gusta la comedia que me haga reflexionar, que me haga pensar y que se ría de mí la primera. Yo quiero eso. El humor es una herramienta para sobrevivir en este mundo, que es una barbaridad. Me río o me muero. Prefiero reírme.