‘Alien: Romulus’, una película para los fans de la saga que se queda a medio gas

No hay plan más veraniego que meterse en una sala de cine fresquita a ver una película de bichos, tiburones, tornados o todo junto. Y como los de la saga Alien lo saben, nos traen la séptima entrega en pleno agosto, convencidos de que los bichos gelatinosos harán su labor para hacernos este caluroso verano más llevadero. El último tripulante de esta mítica saga es Alien: Romulus (2024), película dirigida por el uruguayo Fede Álvarez (No respires, Posesión infernal) y con Cailee Spaeny (Civil War, Priscilla) como protagonista.

Cartel de Alien: Romulus.
Cartel de Alien: Romulus.

Alien: Romulus: la secuela para expertos en la franquicia

Anunciada como la propuesta que más nos iba a recordar a Alien, el octavo pasajero (1979), con una acertada estética retrofuturista, un reparto correcto en el que destaca David Jonsson como Andy, y todos los elementos esperables metidos en una baticao, ¿la última entrega de Alien convence?

Posiblemente convence a los fans de la saga y a todos aquellos cazadores de referencias cinematográficas que se tocan pensando en todo lo que saben de esto y de aquello, pero creo que no puede convencer a quienes vayan al cine a encontrarse con una buena historia. Disfrutar o no de esta nueva entrega de Alien depende de las horas que hayas dedicado previamente a comprender el universo de la franquicia. 

Alien: Romulus: una historia que no conecta

Hay muchos casos; este es solo uno de ellos. Cuando nos encontramos con estas míticas sagas con secuelas, precuelas e intercuelas con doble tirabuzón, parece necesario realizar un curso de postgrado para poder comprender algo de toda la mandanga de cada universo, ya sean vengadores, jedis o aliens. Las franquicias del cine funcionan así, pero la verdad es que da un poco de pereza.

Alien Romulus (2024), cae en todos los pecados, presentando una propuesta diseñada para entendidos y descuidando filmar una historia que conecte y se sostenga por sí misma, que resulte interesante tanto si eres un nivel experto en Alien como si es la primera vez que te acercas a este mundo. Alien: Romulus no es para neófitos en la saga, y me dirás, chica, pues que se vean las otras pelis; perfecto, pero no creo que sea la fórmula para conectar con nuevas audiencias (que no tienen por qué ser jóvenes) y contar una buena historia en dos horas, que es de lo que va esto.

Alien: Romulus.
Alien: Romulus.

Una película para no sentir nada

Es improbable que esta cinta, de forma independiente, pueda conectar con quien no haya seguido la saga desde sus comienzos o se haya hecho un maratón previo. Si no conoces con cierto detalle la saga, el visionado de esta secuela te dejará un poco fría, ya que estamos ante una película hecha para fans guionizada como una yincana que cumple con todos los ingredientes y proporciones que debe tener el pastel, pero que innova y sorprende muy poco en su sabor.

Tampoco Alien: Romulus te invita a conectar con sus protagonistas. Las emociones de este grupo de Salvados por la campana en un mundo postapocalíptico, que no hay quien se lo crea, se mantienen en una superficie tan correcta y deslavada que no llegan ni a arañarte con sus perfectas caritas de angustia. Con esta secuela, Alien se convierte en una franquicia más, otra pieza de un engranaje para sumar números en las cuentas de resultados. Y no digo que no esté bien ganar pasta con el cine, faltaría más, pero es una pena industrializar y envasar el cine para que sea vendido en lineales de supermercado. Esta es la impresión que me deja Alien: Romulus, un producto más de consumo rápido que no recordarás mañana.

Enseñando a la frágil protagonista a defenderse… Otra vez, ¿en serio?
Enseñando a la frágil protagonista a defenderse… Otra vez, ¿en serio?

Lo mejor de la película: retrofuturismo y maternidad

Pero no todo va a ser malo, que estoy hoy un poco hater de más. Alien: Romulus tiene una estética retrofuturista fascinante. Todo está cuidado al detalle y Fede Álvarez consigue sumergirte en una realidad muy particular que ha sabido llevar muy requetebién a la pantalla. El diseño sonoro, incluyendo unos silencios muy bien orquestados, es perfecto y acompaña sin enturbiar durante todo el metraje. A nivel técnico, a la película no se le puede poner ni un pío.

Otra cuestión interesante es el tratamiento de la maternidad, desprovista de todo halo místico, mitos, influencias culturales y sociales, romanticismos y prejuicios. En Alien: Romulus regresamos a la esencia misma de la procreación como medio de propagación de la especie en su visión más primaria. La lucha de los organismos por la supervivencia abriéndose paso ante cualquier obstáculo, incluso la madre. El rechazo de la madre hacia el engendro criado en su vientre, la figura del parásito que ocupa los cuerpos y los deja tras de sí para continuar con un proceso evolutivo que no admite condescendencias con nada ni con nadie. Un Rómulo amamantado por una loba que es un simple medio para un fin. En definitiva, sociedades creadas sobre la base del agotamiento de recursos personales y materiales.

Alien: Romulus.
Alien: Romulus.

Personas sintéticas y Prometeo

Andy, como persona artificial o sintética es otro de los atractivos indiscutibles de esta nueva entrega de Alien. Un ser no humano que, sin embargo, contiene toda la bondad y emoción que les falta a sus compañeros de reparto. No parece casualidad que el personaje de Andy, interpretado por David Jonsson, contenga las cualidades humanas más admirables, pasando de un estado de sometimiento a liderar la misión con un simple cambio de comando. Otro aviso a navegantes sobre la creación a manos humanas, esta no biológica, pero con consecuencias imprevisibles.

Y en esta espiral de creación autodestructiva viene que ni pintado el mito de Prometeo, el hijo de los titanes que roba el fuego a los dioses y se lo entrega a los humanos creados por él mismo. Como en el mito de la cultura clásica y al igual que Mary Shelley en su Frankenstein o “moderno Prometeo”, el Prometeo de Alien: Romulus nos muestra en un espejo la codicia, la vanidad y la arrogancia que nos lleva a crear al Frankenstein a nuestro antojo, para después temerlo y destruirlo anteponiendo siempre nuestro beneficio por encima de todo. Alien: Romulus es también una reflexión sobre los límites de la ciencia y la “creación” humana, así como acerca de las consecuencias y la responsabilidad social de la evolución mal entendida.

David Jonsson es Andy, de lo mejor de Alien: Romulus.
David Jonsson es Andy, de lo mejor de Alien: Romulus.

Esperábamos más de Alien: Romulus, que se queda a medio gas y aluda demasiado a sus fans y cazadores de referencias, descuidando impactar en un público más heterogéneo. Aunque no sea la mejor puerta de entrada al universo Alien, la última entrega de la saga tiene puntos fuertes que pueden contrarrestar algunos de sus errores más sangrantes.