‘Bikeriders. La ley del asfalto’: la vuelta del mejor Tom Hardy
Llega a los cines, Bikeriders. La ley del asfalto, la nueva película de Jeff Nichols, uno de los mejores y más interesantes directores del panorama audiovisual actual. Suyas son películas tan valoradas y disfrutables como Take Shelter, Midnight Special o Loving. Nichols es un director al que le gusta contar buenas historias, de esas en las que se puede profundizar en sus personajes. Da igual si el género es la ciencia ficción o el drama social, para Jeff Nichols los personajes son el pilar fundamental en el que se fundamenta su cine. Bikeriders. La ley del asfalto no es una excepción.
Bikeriders. La ley del asfalto: Danny Lyon y el fotoperiodismo
Bikeriders. La ley del asfalto está basada en el libro, The Bikeriders, de Danny Lyon. Lyon perteneció durante un tiempo a la banda The Outlaws, pudiendo entrevistar a sus componentes y a sus parejas, y realizar fascinantes fotografías durante la década de los 60.
La nueva película de Nichols nos cuenta el origen, expansión y transformación de una banda de moteros de Chicago, los Vandals. Conoceremos sus entresijos a partir de las entrevistas y fotografías realizadas por Danny. Pero Bikeriders. La ley del asfalto se centra especialmente en un personaje: Benny.
La película tiene uno de los repartos más espectaculares del año. Danny Lyon está interpretado por Mike Faist (Rivales) y Benny por Austin Butler (Elvis). A estos los acompañan nombres como los de Jodie Comer y Tom Hardy.
Como os decía, la película se centra en Benny, pero, como nadie existe sin las miradas de los otros hacia uno mismo, Nichols nos cuenta la historia de Benny desde las miradas de Kathy (Jodie Comer), su pareja, y Johnny (Tom Hardy), el líder de los Vandals. Ambos son los auténticos protagonistas de la película.
Bikeriders. La ley del asfalto: Cómo ser una Vandal
Podríamos decir que Bikeriders. La ley del asfalto es una mezcla de Uno de los nuestros, Casi famosos y Salvaje, pero del resultado de semejante cóctel surge algo muy diferente, no mejor o peor, pero sí diferente. El cine de Jeff Nichols se deja masticar y saborear con calma, como si se tratara de un ejercicio de alimentación consciente. Gracias a eso, el reparto puede jugar con los conflictos que plantean las historias del director y proponer personajes ricos en matices. Eso es lo que hacen precisamente Jodie Comer y Tom Hardy.
Jodie Comer adopta una particular musicalidad y acento para su personaje. Su fisicidad también es diferente a la que le hemos visto en personajes como los interpretados en Killing Eve o El último duelo. Su Kathy es una mujer fuerte que no acostumbra a mostrar sus sentimientos. Se enfrenta a los problemas que acarrea que su marido viva por y para una banda de moteros como los Vandals, desde un lugar alejado de la resignación y más cercano a un pacto de pareja con fecha de caducidad y cláusulas especiales.
Sus agrias sonrisas y cómo mantiene la mirada a lo que sucede o a los diferentes y repulsivos personajes con los que se encuentra, no consiguen esconder la vulnerabilidad e inseguridad que genera un amor que se le escapa subido a una Harley que escupe violencia, sangre y humo por su tubo de escape. De ella es una de las escenas más angustiantes y bien logradas de toda la película.
Bikeriders. La ley del asfalto: la crisis de los 40
Johnny es el líder de los Vandals. Él fue el creador de la banda. Un camionero con mujer y dos hijas que, una noche, cansado de su realidad y en plena crisis de los 40, viendo y parafraseando los diálogos de Marlon Brando en Salvaje mientras ve la película en la tele, decide montar una banda de moteros. Lo interpreta Tom Hardy.
No hay duda de que Tom Hardy es uno de los mejores actores de su generación, pero, por desgracia, hacía mucho tiempo que no disfrutábamos de un personaje a su altura. No sé si la culpa la tiene el dineral que se lleva por protagonizar esa tontería de saga sobre el Venom de Marvel, que no le apetece trabajar, o que le dolieron mucho los palos que le dieron por su Capone. Prefiero pensar que es lo primero.
Sea como sea, en Bikeriders. La ley del asfalto nos encontramos con el mejor Tom Hardy desde la serie Taboo.
Durante la crisis de los 40, la masculinidad se desquebraja y los hombres comienzan a realizar sueños que tenían desde pequeños que se traducen en colecciones de comics, muñecos o cromos; viajes imposibles, o querer transformarse en uno de sus referentes masculinos, ya sea de la ficción o real.
Tom Hardy logra transmitir a la perfección cómo, su Johnny, al ponerse durante tanto tiempo su disfraz de superhéroe particular, se acaba convirtiendo en él. Como les ocurre a muchos, convirtió su hobby en su vida. Y su fachada en su verdad.
Johnny monta la banda por Marlon Brando, pero cuando conoce a Benny, es a él a quien se quiere parecer. Benny es guapo, joven, osado y libre. Vive para el motor y no le preocupa nada más que no sea eso.
Ver cómo Johnny trata a Benny, cómo lo mira, nos hace entender mucho mejor cómo funciona este último.
Bikeriders. La ley del asfalto: una de las películas del año
Quizá la nueva película de Jeff Nichols no sea su mejor película, quizá no guste a todo el mundo, a lo mejor no le interesa a nadie una peli sobre moteros en los 60, pero Bikeriders. La ley del asfalto está por encima de todo eso. Es una película contada con un gusto exquisito que no es complaciente con el público, tan solo con ella misma.
Nos cuenta una historia que parece muy circunscrita a un lugar y cultura de un país, pero que se puede extrapolar a otras muchas historias de nuestra propia vida. ¿Por qué? Por sus personajes. Todo el mundo ha conocido, conoce o ha sido en algún momento una Kathy, y, ¿qué hombre no ha querido ser en algún momento su referente de la infancia?, ¿su referente vital? ¿Quién no ha querido ser su padre, su abuelo, Batman, Clint Eastwood o Malcom X?
De eso habla la película, de las consecuencias de seguir tus sueños, de mirar el lado opuesto de la vida que has construido, de huir de tu cobardía y no mirarla a la cara. De eso y de cómo las mujeres sufrían (sufren) los desvaríos de sus parejas, tanto de forma psicológica, como de forma física; de su resiliencia y de su soledad. Aún hay mucho de los 60 en nuestra sociedad.
Bikeriders. La ley del asfalto nos habla de todo eso y utiliza a los mejores actores para conseguirlo. Además de los que hemos nombrado, Jeff Nichols vuelve a contar con uno de sus actores fetiche, Michael Shannon, con talentosos actores de moda como Karl Glusman o Boyd Holbrook, y, además, para los seguidores de Walking Dead vuelve a montar en moto (si alguna vez bajó de ella) a Norman Reedus.
Y no me puedo olvidar de Austin Buttler como Benny. Butler ha vuelto a ponerse en la piel de un personaje que está por encima del bien y del mal, de una entidad, que, como Elvis, juega en otra dimensión. Su Benny es un ser etéreo, inmortal e inspirador que modifica y cambia a todas y todos aquellos que se cruzan con él. Un, sin pretenderlo, dios motorizado, que deslumbra con la luz de su mirada. Parco en palabras y expresiones, Butler hace un trabajo muy inteligente y generoso al dejar que el resto del reparto nos cuente y termine de dibujar su personaje.
Todo esto tan solo son algunos de los motivos por los que tienes que ver una película que, aunque no cumpla tus expectativas, te acompañará durante mucho tiempo.
Saludos furiosos.