Valeria: la verdadera valquiria del Conan de John Milius

Aquello era saltar hacia un tornado. Sin embargo, Valeria, la guerrera de cabellos rubios aceptó el reto de John Milius. Y es que Sandahl Bergman conocía la reputación de aquel cineasta y su condición como gran contador de historias. Décadas después, la bailarina y actriz de Missouri confesaría para Conan the Barbarian: The official story of the film (2023), obra de John Walsh, que no poseía ningún conocimiento previo del bárbaro creado por Robert E. Howard para la revista Weird Tales.

Si la intérprete admiraba a Milius, otro tanto podía decirse a la inversa. El director se había quedado prendado de aquella figura en All That Jazz (1979), un metraje de intensas coreografías donde la por entonces no muy conocida Bergman tenía un rol secundario. De cualquier modo, fue en esas escenas donde dio las pistas y una clave que nuestra propia protagonista aplicó a una de las cintas más épicas del séptimo arte, Conan, el bárbaro (1982): “Fui capaz de incorporar lo que hago mejor, que es el movimiento. Valeria es una mujer rápida y de increíble flexibilidad. Ella es una maestra con las espadas y supongo que supe de hacer esa transición bastante bien”.

A juzgar por el resultado final de la epopeya, podemos afirmar por Mitra que así fue. Aunque solamente se la nombre en una ocasión durante las más de dos horas de aventuras como Valeria, la audiencia es consciente de que nunca podrán olvidar a esa guerrera de espíritu libre. Y el Conan del celuloide tampoco.

Sandahl Bergman en All that jazz.
Sandahl Bergman en All that jazz.

El Conan de Oliver Stone: Sexo y fantasía

Era un hombre joven y extasiado. Oliver Stone acababa de recibir una oferta del productor Ed Pressman para dirigir una película sobre Conan de Cimmeria, la célebre creación de Robert E. Howard que luego había sido continuada por otros escritores tras su suicidio. No solamente eso, también había dado el salto al mundo del cómic en Marvel, merced a la habilidad gestionando y guionizando de Roy Thomas, mano derecha de Stan Lee durante aquellos años dorados en la Casa de las Ideas.

Dentro de las páginas de su fantástica autobiografía, En busca de la luz: Memorias de Oliver Stone, traducida, al fin, al castellano por Libros del Kultrum en 2023, el apasionado y por entonces imberbe director soñaba con estar iniciando una franquicia a la altura de las de James Bond o Tarzán. La noticia de que el escultural Arnold Schwarzenegger iba a ser la estrella del presumible film le dio todavía más bríos. Con certero olfato, Stone intuía que ese tipo de obras con espada y brujería iban a sufrir un boom sin precedentes.

Aquello desprendía un aroma a fantasía y sensualidad que solía casar muy bien con el gran público. Visceral también a la hora de escribir, Stone ubicó una bizarra y apasionante distopía con Conan, incluyendo desde los primeros borradores a una aventura y aliada llamada Valeria. Cerca de ciento cincuenta páginas desaforadas fueron la primera propuesta, donde el futuro director de Platoon (1986) y otras obras maestras reconoció haberse dejado embriagar hasta el exceso por la hipérbole, además de subrayar la privilegiada posición de lo masculino en el universo de ficción de Howard.

Sin embargo, si el adorador de Crom ha sobrevivido por décadas a las estocadas del tiempo ha sido por su capacidad de metamorfosis.

Oliver Stone en Vietnam.
Oliver Stone en Vietnam.

Conan, el aventurero de las muchas vidas

En la época de los primeros cómics Forum se hizo un icono gay para un sector del público español que dejaba volar la imaginación ante aquel salvaje de cabellos negros que aparecía en las espectaculares cubiertas. Décadas atrás, habilidosísimos artistas como Frank Frazetta subrayaron el erotismo de las acompañantes del cimmerio para atraer lectores. No hay un único Conan y en el celuloide tampoco.

Conforme avanzaban las ideas, estaba claro que el presupuesto se iba a disparar y para garantizar la inversión sería muy arriesgado apostar por alguien como Stone, quien todavía no se había ganado la reputación que su talento ya merecía. Luminarias como Ridley Scott admitieron que el proyecto le gustaba mucho, pero su agenda no cuadró. Finalmente, Pressman obtuvo un auténtico avance al reclutar a John Milius. La irrupción del capital del célebre Dino De Laurentiis supuso otro respaldo enorme, si bien el libreto original sería modificado al máximo.

Se cortaron todas las cuestiones de un futuro apocalíptico y se devolvió al héroe a unos tiempos brumosos de la Protohistoria. Como era amante del surf, Milius se la ingenió en la reescritura para introducir al personaje de Subotai, un arquero hyrkanio que iba a ser interpretado por su buen amigo Gerry Lopez. Como tantas cosas de ese enloquecido rodaje, la cuestión terminó funcionando bien de manera casi casual.

Subotai, Valeria y Conan.
Subotai, Valeria y Conan.

Voces tan autorizadas como la de Roy Thomas cuestionaron el tratamiento del personaje en el guion, no reconociendo del todo al que él mismo retrataba en las viñetas. Sea como fuere, Milius y su impulso focalizaron en el acero de la feroz época a evocar. En aras de lo que a nosotros importa, varias de las premisas de Stone se mantuvieron. Y la más importante era una Valeria que se mantuvo y mejoró en su potencial durante la filmación.

Sword master

Si bien había un eficaz cuerpo de dobles dispuestos a asumir los momentos de mayor riesgo para la integridad física, tanto Arnold Schwarzenegger como Sandahl Bergman quisieron formar parte directa de varios instantes peligrosos. No solamente dependían de su buen hacer, la exposición incluía pequeños descuidos ajenos. Así le ocurría a la valquiria del film cuando un extra que debía interpretar a uno de los malvados esbirros de Thulsa Doom se saltó el orden correcto de acciones. Milius tuvo que parar el rodaje aquel día porque una de sus estrellas estuvo a punto de perder un dedo, si bien no hubo que lamentar tal desgracia.

Con el transcurso de los años se ha ido haciendo público el rico material fotográfico de la película dirigida por John Milius. Aquellas relativas a las prácticas de Yamasaki muestran la profunda devoción de un artesano por su trabajo, el cual se tomaba sumamente en serio. Su propósito, finalmente logrado, era que estos espadachines de la Edad Hiboria de Robert E. Howard mantuvieran su salvajismo protohistórico, pero añadiendo un punto de sutileza propio de disciplinas como el karate.  

Probablemente, nadie logró una armonía semejante a la de Bergman, cuya forma de fusionarse con la danza de las espadas es de una comunión perfecta.

Sandahl Bergman y Arnold Schwarzenegger.
Sandahl Bergman y Arnold Schwarzenegger.

Thulsa Doom: la lengua de la serpiente

Quitando la imponente presencia física que le brinda Schwarzenegger, podríamos decir que el arco argumental de su personaje es realmente básico. No es una afirmación dicha en desdoro de su trabajo. La estrella de acción de origen austríaco hace totalmente creíble la fuerza de un cimmerio sediento de venganza y dispuesto a encontrar a Thulsa Doom, un poderoso estigio que arrasó su aldea con el único propósito de hacerse con el acero de es pueblo guerrero.

Existen otras versiones de Conan mucho más sofisticadas, incluso en el propio Robert E. Howard, quien jugaba con narrar desordenadamente su periplo vital, descubriendo a la comunidad lectora que terminaría siendo monarca por sus propios méritos, nada menos que en la poderosa Aquilonia. En esos párrafos mostraría a un bárbaro más reflexivo, sediento de néctares como la poesía e incluso propenso a la melancolía. Nada de eso reluce en el frenético rodaje de Milius, donde Conan es un huracán nietzscheano capaz de soportar todas las penurias.

Paradójicamente, su némesis en la película es todo lo contrario. James Earl Jones encarna a Thulsa Doom como una personalidad fascinante que ha vivido ya muchas etapas y se ha olvidado del placer que proporciona la victoria física. Ya no conquista pisoteando con sus caballos e impidiendo que vuelva a crecer la hierba. Ahora seduce a las masas con un discurso dionisíaco y redentor, incluyendo una hábil red de aristócratas donde se incluye a la princesa Yasmina (Valérie Quennessen), hija del poderoso y envejecido rey Osric (un vibrante Max von Sydow).

Precisamente ese soberano en el ocaso de sus días dará la oportunidad de oro a Conan, Valeria y Subotai para cubrirse de oro y que el cimmerio obtenga su ansiada revancha contra el estigio cuyo símbolo son dos serpientes enfrentadas. Recuperar a Yasmina.

Thulsa Doom.
Thulsa Doom.

Conan: tambores de guerra

Es un lugar olvidado en las afueras de Madrid. Sea como fuere, un día ese anónimo enclave pareció gigantesco y subyugante por la magia del cine. John Milius planteó allí la que, tal vez, sea la escena donde Conan, el bárbaro pasó a los anales de la épica como una cinta entre un millón. Recién recuperado de las terribles heridas que le ha infligido Thulsa Doom durante su reencuentro, los amigos de Conan consiguen un pacto con poderosas fuerzas demoníacas, usando al mago Mako. Como en las tragedias clásicas, la más comprometida a la causa es Valeria, quien queda marcada con una deuda de sangre con tan inciertos acreedores de ultratumba.

No obstante, ese hado fatal resulta lejano cuando nos sumergimos en unos preparativos extraordinarios, donde el grupo de forajidos se embadurna con pinturas de guerra para raptar a Yasmina en el mejor momento posible: Thulsa Doom ha preparado una fiesta muy especial, una orgía con esos hermosos aristócratas y bellas nobles que rinden pleitesía a su causa. Imagina que Conan está muerto y sus aliados atemorizados. Se juzga en la cúspide de su poder, pero es justo entonces cuando ofrece su flanco más vulnerable.  

La armonía del triunvirato que va a hacer la incursión entre los colmillos de la serpiente tiene un aliado natural: Basil Poledouris hizo un trabajo mayúsculo en el acompañamiento musical de la cinta de Milius, pero este asalto es, tal vez, su obra maestra. Durante unos intensos minutos nos veremos arrojados a la pura espada y brujería.

De la enorme expectación que nos genera ver la infiltración, pasamos a unos tonos que no hubieran desentonado en la fiesta más costosa del emperador Calígula. Igual que Subotai, nos podemos ver impelidos de creer que nos hemos infiltrado en pleno paraíso para los sentidos y el cuerpo.

Valeria.

Horda huna ad portas

Pese a su duración extendida, el tiempo pasa en un suspiro mientras observamos la entrada de los invasores y los preparativos de los criados de Thulsa Doom, Subrayar el canibalismo de la fiesta otorga un punto más de decadencia y desenfreno en una ceremonia donde constatamos que el personaje de Earl Jones es, en realidad, un ser primigenio y serpenteante que ya era antiguo cuando el mundo comenzaba.

El descubrimiento de Conan y su pareja de fieles aliados activa todas las alarmas. Lograran capturar a Yasmina tal y como les ha pedido Osric, pero los riesgos serán mayúsculos. Como sucede en los grandes relatos de fantasía épica, cada integrante del trío acentúa sus estilos de luchar para ser perfectamente distinguible del resto en el marasmo de locura que desatan en plena orgía de los acólitos de Set.

Conan es de una devastadora fuerza física, acompañada por el trabajo de Poledouris, espoleado por su deseo de venganza. Subotai es mortífero en la media y larga distancia, merced a su talento con el arco. Con todo, puede que en esa secuencia quien más luzca es Valeria, merced a la severa disciplina con la que Bergman se había preparado para estas coreografías.

En la frenética huida por los túneles, la antigua ladrona comprende que debe dar tiempo a Conan para poder llegar a las monturas y asegurar el control sobre Yasmina antes de emprender la fuga. Conteniendo el aliento del público, los siguientes combates son para pleno lucimiento de la actriz de Missouri, quien logra la ecléctica mezcla de su gracia en el movimiento con la canción devastadora de su espada.

Su participación es total, puesto que previamente es Valeria quien reduce a la hija de Osric y gana esos valiosos segundos para la fuga. Con un precio terrible para ella.

Valeria.
Valeria.

Sandahl Bergman es Valeria: el resplandor de la valquiria

Michael Bennet y Bob Fosse la forjaron. Dotada tanto para el ballet clásico como la música jazz, Bergman era capaz de aportar otros matices su danza, fruto de su profundización en el flamenco de la mano de José Greco. Como reina de los ladrones en Zamora y compañera de Conan ganó el Globo de Oro a la mejor actriz revelación.

Probablemente, una de las claves de su éxito radicó en su admiración hacia el personaje de Valeria: “El prototipo de una nueva clase de heroína. Una actual, aunque viviera en la Prehistoria”. De hecho, en la cuidada edición para Blu-ray que la 20th Century Fox sacó del film se incluyó un hermoso libro donde cada protagonista hablaba de su rol. En opinión de Bergman, lo mejor de Valeria radicaba en que era ella quien terminaba salvando al chico. Podríamos añadir que no una vez. Son dos las ocasiones en las que aparece oportunamente para salvar a un guerrero tan fiero.

A este respecto, su Valeria coge algunos atributos de otra creación de Robert E. Howard, Bêlit, la reina pirata de la Costa Negra. Amantes y corsarios, el escritor de Cross Plains dejó caer que su héroe estuvo varios años surcando las aguas con esta dama de armas tomar que hizo la única declaración amoroso posible y entendible hacia alguien como el devoto de Crom: su pasión es tan intensa que, si algún día él peleara por su vida y estuviera en riesgo, ella acudiría a su rescate desde la tumba y para combatir junto con él.

En el marco incomparable de una especie de Stonehenge, Milius da esa acción vital a Valeria justo cuando el corpulento Rexor está a punto de ejecutar a Conan. “¿Acaso quieres vivir para siempre?” le pregunta con el brillo resplandeciente de poderosa valquiria.

El rescate de la princesa Yasmina

Sin el fulgor de Valeria, el papel de la princesa Yasmina no puede ser subestimado. Valérie Quennessen supo dotar de epicureísmo a la caprichosa hija del rey Osric, el auténtico reclamo que Thulsa Doom emplea en sus espectaculares puestas en escena. El Templo del Pueblo, la popular secta del reverendo Jim Jones, estuvo muy presente en la mente de James Earl Jones para dar vida al líder de una comunidad fanática que acude a los centros de poder de su ofidio guía con devoción inusitada.

Yasmina supone una nueva definición de la mujer objeto en la fantasía heroica. Igual que el arte gráfico de Frank Frazetta perpetuó el estereotipo de la hermosa mujer de pocas prendas alrededor del colosal guerrero cimmerio, la hija de Osric es empleada por Thulsa Doom como el mejor escaparate, una figura de la realeza que ha caído rendida al poder que emana del estigio. Frente al vigor físico de los aventureros que claman venganza, la interpretación de Earl Jones subraya la capacidad de una voz profunda para quebrantar voluntades e incluso provocar suicidios voluntarios entre sus apolíneos acólitos.

Con evidentes guiños a la famosa organización medieval de los Hassassins, Doom es el Viejo de la Montaña que exige pruebas de fe y lealtad a su tribu. Osric es consciente de que algún día su hija podría aparecer en sus aposentos para clavarle una daga con forma de serpiente y justificar la confianza que en ella ha puesto su señor.

Incluso a lo largo de la batalla final, la devoción de Yasmina no desfallece frente a los éxitos de Conan, Subotai y Mako. Se mantiene impertérrita y creyente de que su adorado salvador terminará sobreponiéndose a todo. Será únicamente la huida del hechicero lo que quiebre una fe que podía mover montañas.

Valérie Quennessen
Valérie Quennessen es Yasmina.

Valeria y Conan: las cenizas del templo

A diferencia de Conan, el Thulsa Doom de la película es alguien que comprende la posibilidad de luchar otro día o incluso la opción de huir. Tiene otros placeres y motivaciones que le aguardan más allá del acero. Masacrados sus mejores hombres por la celada de Conan, intenta incluso repetir su jugada con Valeria y asaetear a Yasmina para que no pueda ser el botín de sus vencedores.

Solamente la oportuna irrupción de Subotai evita el asesinato. Quebrada, Yasmina terminará ayudando a Conan a infiltrarse en el culto y permitir al cimmerio tomar la cabeza que lleva tanto tiempo buscando. Eso sí, estará muy cerca de caer rendido a los hipnóticos ojos del hechicero. La hija de Osric se postra ante su nuevo dios, si bien el bárbaro demuestra cierta primitiva nobleza a la hora de devolverla a la realidad.

Si bien el personaje de von Sydow moría en una épica batalla contra sicarios, esa escena fue afortunadamente cortada y permitió que la Yasmina del film fuera devuelta a su hogar. En la irregular Conan, el destructor (1984), dirigida por Richard Fleischer, el cimmerio renunciaría a una posible resurrección de Valeria si eso conllevaba el sacrificio de una víctima inocente. Justo tributo a tan guerrera honrar su recuerdo así.

Bergman y Schwarzenegger volvieron a juntar caminos en El guerrero rojo (1985), donde la intérprete tuvo la audacia de rechazar el papel de protagonista para disfrutar siendo villana en un film sin tanto éxito.

Resulta insignificante, pese a ello, algún posible revés posterior por causas ajenas a la voluntad de la valquiria. Por siempre, el recuerdo de la Valeria de Bergman será el de la más épica valquiria jamás vista en la pantalla, un espíritu indómito que se eleva en una de las mejores cintas de fantasía de todos los tiempos.