‘Sex Criminals’. Criminales de entrepierna
En los 90, Image Comics se erigió como competencia de Marvel y DC (llegando a superarlos incluso, por momentos) con un modelo editorial distinto y una plétora de personajes nuevos.
Esta época llegó a ser conocida por su particular afirmación sobre el cómic americano y el género de superhéroes en particular. En el aspecto gráfico, apostó por el exceso. ¿Querías caldo? Pues toma dos tazas. Sus héroes y heroínas tenían más músculos que los de nadie, más culos, más tetas, más garras, más dientes… Eran los Atari Teenage Riot de las máscaras y las capas.
La literatura para otros. Image ofrecía ruido y anfetaminas (en viñetas, claro), una especie de expresionismo autoafirmativo y punk.
Casi treinta años después, sin embargo, cómo ha cambiado el tema. Hoy en día, Image sigue siendo la tercera fuerza editorial americana en lo que a cómics se refiere, pero por motivos muy diferentes. Aun conservando su espíritu gamberro original, ha alcanzado una madurez de la que se derivan productos indies de gran calidad.
Uno de ellos es la saga de cómics que nos ocupa. Sex Criminals lo lleva petando (si me permitís la expresión) en EEUU desde que saliera su primer número en septiembre de 2013. Cuatro años más tarde llegó a España, y sigue siendo publicada por la editorial Atisberri.
Sex Criminals: la aventurilla de Suzie, Jon y su sexo de colorines
La premisa es tan absurda como sencilla: Suzie es una chica que, cuando alcanza el clímax sexual, tiene la capacidad de parar el tiempo, y de volverlo todo brillante y de colores. Durante unos minutos, Suzie camina en un mundo de estatuas (“El Silencio”, como ella lo llama), en el que puede hacer lo que le venga en gana. No está mal, ¿eh?
Pues bien, los años pasan, Suzie crece, estudia, y se busca un trabajo en una pequeña biblioteca local. En estas que conoce a Jon, un actor frustrado, empleado en un banco. Empiezan a hablar, se conocen, se caen bien, se gustan… y terminan por acostarse juntos. Cuando lo hacen, Suzie descubre que Jon tiene “orgasmos mágicos”, como ella. En el caso de él, detiene el tiempo y se le ilumina el pene (eh, he dicho que este cómic es de gran calidad, no que sea Persépolis, ¿vale?).
La feliz pareja decide utilizar sus particulares dones para superar la monotonía, el tedio, e impartir un poco de justicia social. Al principio, sus trastadas no son más que eso, chiquillerías. Pero cuando el banco donde trabaja Jon amenaza con cerrar la biblioteca de Suzie, se plantean dar su primer golpe criminal de verdad.
Es entonces cuando aparecen los antagonistas del cómic, “La Policía del Sexo”, y todo se empieza a enredar.
Sex Criminals es una chorrada gordísima un desatino hilarante que funciona a las mil maravillas gracias a su ingenio y al carisma de sus personajes. Suzie y Jon son cabroncetes, pero no hacen daño a nadie. Tan solo tienen un pequeño problema de hormonas y algo de falta de respeto hacia la propiedad privada. También son extremadamente locuaces, rompiendo continuamente la cuarta pared para dirigirse directamente al lector y ponerle al tanto de todo lo que ocurre.
El resto de los personajes no son menos interesantes, cada uno con sus fijaciones y sus fetiches. Nada ocurre al azar en el transcurso de la historia. Todo vuelve, desde una vieja foto de una actriz porno hasta el nombre de un niño, mencionado de pasada, que no quiso disfrazarse de “Catman” una noche de Halloween, dejando una trama magistralmente bien hilada.
Entre un buen número de chistes verdes y situaciones inverosímiles, Matt Fraction y Chip Zdarsky, se las apañan para terminar contando una historia de afecto, sexualidad y relaciones humanas.
Sex Criminals es un cómic sin pelos en la lengua, divertido de pelotas. ¿Lo pilláis?
Pelos y pelotas…