‘Juego de tronos’: las damas del Trono de Hierro
“Cuando los libros de George empezaron a crecer había lugares y tramas que debíamos condensar para la serie de televisión. Si hubiéramos incluido todos los personajes de las novelas, la gente dejaría de estar involucrada con los Tyrions, Danys y Aryas de los que antes se preocupaban”. Las palabras de David Benioff y D.B. Weiss, los showrunners de Juego de tronos (2011-2019), reflejan los problemas que tuvo la adaptación televisiva de HBO a la hora de trasladar la épica saga de fantasía heroica Canción de hielo y fuego a la pequeña pantalla. Esperamos que la adaptación del libro Fuego y sangre en La casa de dragón, la nueva serie de HBO, no los tenga.
George R. R. Martin creó algo muy especial con su saga de los Siete Reinos. Un universo fantástico que aglutinaba los elementos del género cuyo máximo exponente es Tolkien con realidades históricas. Actualmente, todavía sigue sin conocerse el desenlace literario de los enfrentamientos dinásticos entre poderosas Casas (Lannister, Targaryen, Stark, etc.), mientras que la audiencia ya pudo ver “El Trono de Hierro”, el cierre de uno de los programas que más repercusión han tenido en décadas.
Sabiendo que es imposible contentar por completo a la comunidad lectora de unos libros tan célebres, la impresión generalizada es que las primeras temporadas, las cuales beben directamente del material de Martin, son un producto más que notable. Fiel al espíritu del original e incluso con una dosis mayor de nervio en los momentos de acción o romance por el carisma del elenco. Sin embargo, conforme los retrasos del escritor iban ralentizando las nuevas entregas, la serie tuvo que tomar una serie de decisiones que, por más que el creador estuviera detrás de las líneas maestras, suscitaron polémica.
Hay muchas maneras de aproximarse a este fascinante mundo, si bien hoy vamos a optar por las reinas de Poniente y más allá, unas mujeres que han desafiado muchos axiomas en el género.
Daenerys Targaryen: La que no arde
Al comienzo del ciclo literario Canción de hielo y fuego, existen pocos personajes-narradores en peor casilla de salida que Daenerys Targaryen. La serie producida por la HBO es respetuosa con ese inicio para la andadura de la actriz londinense Emilia Clarke. Indiscutiblemente, cuando se consigue una participación importante en un show de corte fantástico, las figuras implicadas sueñan con ganar el favor del público, pero la hija exiliada de Aerys II iba a sobrepasar cualquier expectativa: un montón de familias pondrían Daenerys a niñas recién nacidas, mientras que Clarke se ligaba para siempre a la icónica imagen de la Madre de Dragones.
Antes de todo eso, la joven Daenerys es simplemente un objeto de intercambio para su ambicioso hermano Viserys. Bien asesorado por el adinerado magíster Illyrio Mopatis, el desterrado Targaryen va a entregar a su única pariente a un caudillo dothraki con gran reputación guerrera: Khal Drogo. Certeramente, una experta en literatura y la Edad Media como Carolyne Larrington advierte de la impresión de colocar a una adolescente que apenas se está iniciando en la edad adulta con un khalasar, una tribu guerrera de jinetes de las llanuras donde Martin parece beber mucho de los antiguos hunos de Atila.
Viserys no vacila en afirmar que entregaría su hermana pequeña al placer de todos esos guerreros si con ello pudiera garantizarse recuperar el trono de su familia más allá del Mar Angosto. De cualquier modo, él es quien está destinado a morir a las manos de sus bestiales anfitriones, mientras Daenerys logrará ir emergiendo como khaleesi y verdadera compañera de Drogo. La joven hace un notable esfuerzo en aprender la lengua y costumbres del brutal pueblo, dando unos primeros pasos notables para su épico futuro. Ser aquella que no arde, el primer milagro del programa.
Cersei Lannister: La Reina
Como bien ha reflejado Sheldon Cashdan en La bruja debe morir, los cuentos de hadas hallan un filón inagotable en la figura de la madrastra. Es ella quien exorciza los fantasmas de Edipo y Electra de una manera más saludable, convirtiéndose en el necesario reverso tenebroso de la madre. Cuando los enanitos de Disney claman “La Reina”, todos sabemos que hablan de la madrastra de Blancanieves. Asimismo, pese a las muchas testas coronadas, Juego de Tronos se asocia a la realeza femenina a través de Cersei Lannister, la mujer que más temporadas gobierna en Desembarco del Rey.
George R. R. Martin concibe a esta soberana con resabios a Macbeth. La profecía de una bruja que conoció en su juventud, Maggy la Rana, advirtió a la hija del poderoso Tywin Lannister de que sus tres hijos están destinados a la realeza, pero con finales dramáticos: “De oro serán sus coronas y de oro sus mortajas”.
No sorprende que, para encarnar a este espíritu indomable, fiel reflejo del león que es emblema de su Casa, HBO optase por Lena Headey. Ya había demostrado con su Sarah Connor en Terminator: The Sarah Connor Chronicles (2008-2009) poder dar fuste a indómitas guerras. Su Cersei es incluso más compleja que su homónima literaria, puesto que el talento de la actriz da emotividad a parlamentos de suma relevancia en su biografía.
Ante tantas épicas batallas o la majestuosidad de conceptos como los Caminantes Blancos, pueden pasar desapercibidos en un primer visionado los diálogos de Headey con Mark Addy, quien encarna a Robert Baratheon, el hombre que inició la rebelión frente a los abusos Targaryen. Matrimonio roto desde su inicio, ambos intérpretes enriquecen el perfil de sus personajes, dos personas frustradas.
Cersei nunca pudo competir con el fantasma de Lyanna Stark, la fallecida prometida de Robert.
Juego de tronos: Soberana de las venganzas
Cualquiera que haya visto la magnífica relación personal de Lena Headey con Sean Bean podrían sorprenderse del fuerte odio existente entre sus dos personajes durante la primera temporada: Cersei Lannister advierte al honorable Eddard Stark (Bean) en una conversación privada: “Cuando se juega al juego de tronos o ganas o mueres”. En los jardines de la capital, el honorable señor de Invernalia advierte a la reina que huya de Desembarco del Rey antes de que él revele su incesto con Jaime Lannister, hermano de Cersei.
Descubrir que sus hijos y herederos al Trono de Hierro son ilegítimos llevaría al temperamental Robert a una masacre. Lejos de amilanarse, Cersei opera con rapidez para corromper voluntades y sobornar al número suficiente de guardias. Convencida de que Ned negará su testimonio con tal de su salvar a sus hijas (Sansa y Arya), la reina (quien orquesta astutamente la muerte de Robert en una cacería) no cuenta con el sadismo de su primogénito, Joffrey, quien decapita al jefe de los Stark para desencadenar una guerra entre norte y sur.
A diferencia de su déspota vástago, no hay venganzas más efectivas que las de Cersei. Así lo comprobarán las formidables guerreras de la Casa Martell, quienes quieren ajustar cuentas por la espectacular muerte en duelo de la Víbora Roja (octavo episodio de la cuarta temporada). Lograrán arrebatar la vida a Myrcella, hija de Jaime y su hermana, además de rehén de lujo en la región de Dorne, un paraíso creado para la serie merced al Alcázar de Sevilla.
No obstante, la paciencia de la reina es infinita a la hora de soportar el dolor y devolverlo multiplicado. Sansa Stark (Sophie Turner), golpeada sin piedad verbalmente por su captora una vez muerte Eddard, admitirá tiempo después que puede aprenderse mucho de esa cruel maestra.
Sansa Stark: La Flor de Invernalia
George R. R. Martin es un maestro cogiendo conceptos del pasado histórico y alterándolos para otorgarles mayor espectacularidad en su fantasía heroica. De niño apasionado con los cómics Mavel, su estilo literario quizás no tenga la sofisticación de Malaz o Dune, pero sí todas las técnicas del más hábil guionista de cine. Siempre plagando de anzuelos los finales de sus capítulos, algo heredado por el staff de escritores del show HBO.
El pulso entre Stark y Lannister evoca a la Guerra de las Dos Rosas (Casas Lancaster y York) en Inglaterra. Ned Stark tenía a sus dos hijas en la capital: Santa y Arya, la doncella y la guerrera. La segunda lograr huir para tener arcos argumentales de sumo interés donde se formará como letal asesina, incluyendo una misteriosa organización en la remota Braavos que bebe de los míticos nizaríes de Alamut.
Por la naturaleza del artículo, dejaremos de lado la excelente labor de Maisie Williams como Arya para centrarnos en Sophie Turner, quien cuaja al personaje femenino de mayor aprendizaje en toda la saga. Princesa Disney que sueña con su príncipe azul en alguien tan indigno como Joffrey. Sansa es una delicada flor en un campo donde pasan caballos despiadados. Con la única excepción de Tyrion, los matrimonios que otros planean para ella son maridos de suma crueldad. Incluyendo a Ramsay Bolton, un hombre de violencia y crueldad extremas.
Petyr Baelish (Aidan Gillen), más conocido como el intrigante Meñique, es su único e incierto aliado. Antiguo admirador de su madre, Catelyn Tully (Michelle Fairley), aunque traiciona la confianza de Eddard Stark, ayudará en ocasiones a Sansa en su propio beneficio y con intenciones nada puras. Una flor siempre en riesgo de ser pisoteada. Mientras se burlan de su ingenuidad, Sansa aprenderá mucho de Cersei y Meñique, sus involuntarios maestros.
Margaery Tyrell: Si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados?
“Hay algo profundo y peligroso en ti, Ana. Esos ojos tuyos son como anzuelos para el alma”. La frase es pronunciada por Nick Dunning, quien interpreta a Tomás Bolena para el show Los Tudor (2007). Una serie que en su primera temporada introduce a un personaje fundamental: Ana Bolena. Tomás, un cortesano ambicioso, está inquieto por la pérdida del favor regio de su hermosa hija María. Demostración de lo voluble y caprichoso que es el monarca inglés Enrique VIII. No obstante, todavía cuenta con otra mujer en su linaje que puede consumar su ascenso social.
Dunning tiene experiencia en esta clase de papeles. El actor irlandés dio vida a Atalo en la epopeya histórica de Oliver Stone, Alejandro Magno (2004), un general macedonio que logró que su joven sobrina Eurídice se convirtiera en la flamante nueva esposa del polígamo soberano Filipo II. En esta ocasión, la audiencia de Los Tudor siente, al ver la mirada de Natalie Dormer, que esta versión de Tomás Bolena tiene muchos motivos para pensar que va a lograr ese objetivo.
Algo en esta artista perdura en el recuerdo. Apenas tiene una escena en Capitán América: El primer vengador (2011), pero ya basta para que el fandom especule si es una futura referencia a la enigmática Madame Hydra. Y es que no cabe en la cabeza que los sagaces Marvel Studios no encuentren hueco a una presencia tan carismática. Lo mismo ocurre en El consejero (2013), donde precisa de poco para dejar la secuencia más seductora en el film de Ridley Scott.
Por aquel entonces, HBO ya la había reclutado para la causa. El tercer episodio de la segunda temporada es su debut como Margaery Tyrell, hija de Lord Mace Tyrell y Lady Alerie. Indudablemente, la reina más inescrutable de nuestra baraja.
Olenna Tyrell: La Reina del Bosque
La belleza puede ser una maldición en los mitos antiguos. Helena la disfruta y sufre a partes iguales durante todo su periplo desde Esparta a Troya. En su apasionante Alejandro Magno y las águilas de Roma, Javier Negrete cuenta la leyenda del Rey del Bosque quien debe lograr el trono matando a su predecesor, mostrando ser más fuerte. Pese a ser honrado por los demás, los nuevos monarcas son conscientes de que algún día llegará alguien más joven para aniquilarles.
Cersei, una aristócrata de impecable linaje y gran atractivo, pierde el sueño ante presencias como Sansa Stark o Margaery Tyrell. La primera sirve de recuerdo de cuanto ella dejó de ser: la doncella inocente. Margaery, por el contrario, muestra muchas de sus virtudes como jugadora por el trono, dones que en esta mujer del clan Tyrell no le gustan.
Prometida inicialmente a Joffrey, a diferencia de la aterrada Sansa, Margaery es una pareja capaz de fingir interés por la fascinación de bestial marido con las armas. Previamente, fue una comprensiva cónyuge de Renly Baratheon, aspirante al trono, cuya homosexualidad ella ayuda a ocultar intentando procurarle un heredero, mientras propicia los encuentros de Renly con su hermano Loras. En todo, cuenta con el magisterio de Olenna Tyrell, una magnífica Diana Rigg.
Mientras la mayoría de varones de su clan en Altojardín carecen de verdadero peso, es esta astuta anciana quien toma las riendas de su familia para hacer un oportuno cambio de bando cuando la causa de Renly caiga. Consciente de que Joffrey será un marido tan insensible como lo es su gobierno, trama con Meñique un hábil asesinato que incrimina falsamente a Tyrion y Sansa.
Es el mejor momento para Margaery, quien encuentra en Tommen, hermano de Joffrey, a un cónyuge mucho más dócil, amenazando el reinado de Cersei.
Juego de tronos: Danza de Dragones
Tyrion Lannister (Peter Dinklage) es uno de los personajes mejor construidos en Juego de tronos. Pese a nacer como un poderoso Lannister, es repudiado por su padre Tywin y su hermana mayor Cersei, quienes le aborrecen de forma indisimulada. Un conflicto que llega a su máxima expresión al final de la cuarta temporada. Cuando es auxiliado por el eunuco Varys para escapar de Desembarco del Rey tras asesinar a su progenitor. El consejero está convencido de que es beneficioso para los Siete Reinos que el astuto hombrecillo conozca a Daenerys.
Dueño de una mente escéptica y con gran sarcasmo, la quinta temporada permite que el Lannister nos saqué del sueño dogmático. Tras haberla vista sobrevivir a una pira funeraria y lograr abrir los huevos de dragón que recibió de Illyrio en su boda, nos hemos acostumbrado a presenciar los milagros de Daenerys. Ello sumado a una Emilia Clarke perfecta, protagonista dotada de un carisma especial. Cuyas tramas (por ejemplo, en la gran ciudad de Meeren) están alejadas de los argumentos principales en Poniente. No importa, la Madre de Dragones sabe hacer valer por sí misma su presencia en pantalla. El público sueña con verla sentarse en el Trono del Hierro. Tras sobreponerse a la muerte de su primer esposo y probarse a sí misma como líder de un movimiento que logra incluso hacer sacudir una institución como la esclavitud en las mal llamadas Ciudades Libres.
Sagazmente, Tyrion pregunta a acólitos como ser Jorah Mormont (un antiguo espía destinado a acabar con la vida de Daenerys y que termina tan leal como enamorado) qué lleva a pensar a tanta gente que una persona que no ha vuelto a pisar Westeros desde que era un bebé será una buena reina.
Vientos de cambio
George R. R. Martin dio mucho tiempo a hordas de fans entusiastas con su universo. Quizás demasiado, puesto que incluso la serie de la HBO terminó adelantando los acontecimientos de los libros. Llegados a la altura de Danza de dragones, era evidente que el show televisivo iba a hacer varias apuestas con resultados dispares.
Martin, un maestro creando personajes carismáticos, gusta de multiplicarlos como los panes y los peces. Sin embargo, ello le hizo incluso subestimar el verdadero cariño que el gran público tenía por lo ya existentes. Había más voces interesadas por Daenerys antes que por los nuevos parientes que el Varys literario estaba sacando de la nada.
Juego de tronos apostó por seguir con el elenco principal, algo que quitaba complejidad a los Siete Reinos, pero ganaba en efectividad dramática. Asimismo, confirmó una teoría que se estaba alimentando en foros de internet desde hacía siglos: Jon Nieve, el presunto bastardo de Ned Stark, era hijo de Lyanna y Rhaegar Targaryen. Kit Harrington, el popular miembro de la Guardia de la Noche, pudo ver cómo su personaje ascendía al rango de realeza. Encaminando sus pasos hacia un encuentro con su tía Daenerys, con la que pronto entró en un romance que habría hecho las delicias de la dinastía Tudor.
Otras modificaciones desvirtuaban las páginas escritas, si bien alejaban estereotipos. Mientras que la Ellaria Sand literaria intenta convencer a las mujeres del clan Martell de alejarse de la revancha ante los Lannister, Indira Varma compone a una líder que encabeza una revolución que acaba con el benevolente Doran Martell, el benigno príncipe de Dorne. Rincón que posee reminiscencias a la Granada nazarí.
Asimismo, son muy verosímiles las dificultades de Yara Greyjoy (Gemma Whelan) para lograr un puesto en las Islas del Hierro que habría merecido desde el principio.
Juego de tronos: La verdadera fe
Es una decisión navegar en ellas. Isabel de Castilla y Fernando de Aragón lo hicieron siglos atrás. El poder de la fe y la Corona se atraen, aunque son aguas turbulentas donde cada bando intenta sumergir al otro. Con su aborrecida Sansa fugitiva, Cersei puede volcar su odio en Margaery y todo el clan Tyrell. Buscando usar para ello a los Gorriones, un grupo de fuerte ortodoxia religiosa que está floreciendo en la capital.
Previamente, a través de la fascinante Melisandre, una enigmática Carice van Houten, la serie HBO muestra desde la segunda temporada cómo incluso una reina como Selyse Baratheon (Tara Fitzgerald) termina aislada del afecto de su propio esposo. Propiciando el sacrificio de su hija pequeña cual Ifigenia en busca de un culto emergente. La fe mueve montañas y puede anular incluso las voluntades regias o la compasión más elemental.
A diferencia de Selyse, Cersei se cree capaz de acabar con la esposa de su hijo Tommen alimentando el ego del Gorrión Supremo, un hombre santo que el siempre elegante Jonathan Pryce convierte en amenazante sin alzar a voz. Ante el contraataque Tyrell, siguiendo los fundamentos inquisitoriales, las denuncias se irán multiplicando, lo cual acabará con Margaery y su aborrecida suegra en cautiverio.
De cualquier modo, solamente Margaery será capaz de comprender, ante los perplejos Gorriones, la naturaleza de la venganza que Cersei termina planeando sobre todos ellos al final de la sexta temporada. Secuencia memorable acompañada del tema Light of the Seven, a cargo de Ramin Djawadi.
Las afiladas garras de la leona buscan consumirlo todo. En un epílogo digno del pulso Lannister-Tyrell, Lady Olenna hará una confesión a Jaime Lannister tras ingerir un honorable veneno de despedida: “Dile a Cersei que quiero que sepa que fui yo”.
Juego de tronos: ¿Final amargo?
Podría haber sido un plano de Leni Riefenstahl. Victoriosa, al fin, ante los enemigos de su familia y con un poderoso ejército, Daenerys se fusiona con la silueta del dragón y los estandartes bañados de sangre. La octava temporada de Juego de tronos iba a generar muchas controversias sin importar la forma en que HBO cerrase el ciclo.
Tal vez el infame Ramsay Bolton llevaba razón cuando afirmaba que, en caso de esperar un final feliz, no estábamos prestando realmente atención. Clarke, espléndida en la evolución de su personaje, hace que la reina definitiva de esta épica Canción de hielo y fuego termine aglutinando en todo su ser las dos caras de su linaje: poder y locura. La matanza que permite a sus huestes en un Desembarco del Rey ya conquistado horrorizan a sus aliados Jon Nieve y Tyrion. Pese a ello, admiten no poder dejar de amarla.
Los liderazgos carismáticos no tienen costumbre de ser beatíficos, por más que a sus legiones de adores les gustaría creerlo. César o Alejandro regaron de sangre muchos territorios, lo cual no fue óbice para que buena parte de su tropa y pueblos llegasen incluso a considerarlos dioses. Al igual que en el caso de Meñique y Sansa, la última escena de Daenerys y Jon Nieve podría haber tenido una intensidad increíble de haberse podido desarrollar más. Aunque una sensación de urgencia sobrevuela las séptima y octava temporadas de este gran hito.
Así sí sucede con el final de Cersei y Jaime, cuya evolución hemos podido disfrutar durante años antes de un dramático desenlace digno de los Borgia (si bien la vilipendiada Lucrecia habría tenido mucho más que ver con Sansa que con la dueña de Desembarco del Rey).
El sabor agridulce de uno de los mejores vinos que ha dado la televisión.