El caso Alcàsser y otras docuseries: la explotación mediática de la violencia de género
Recientemente ha habido un incremento de las producciones de docuseries. Particularmente, de aquellas que reconstruyen crímenes de violencia de género. Marta del Castillo, las niñas de Alcàsser o Diana Quer, entre otras. Mujeres asesinadas puestas de nuevo en el foco. La reconstrucción de los hechos y ¿crítica hacia la sociedad y los medios?
En 2017 se estrena la docuserie Lo que la verdad esconde: El caso Asunta. Tras este, se suceden varios documentales españoles del género true crime. Docuseries estrenadas en la plataforma Netflix que reconstruyen los hechos de varios crímenes. Todos ellos, de violencia de género.
El caso Alcàsser y el papel de los medios de comunicación
En 1992 Míriam, Toñi y Desirée fueron secuestradas y asesinadas. Un triple crimen de violencia de género convertido en un circo televisivo. En 2019, Bambú Producciones, la misma productora de Lo que la verdad esconde: El caso Asunta (2017), recupera estos crímenes y los reconstruye en El caso Alcàsser (Netflix).
En su afán de criticar el papel que tuvieron los medios, repite los mismos errores. Paco Lobatón de Quién sabe dónde aparece en la actualidad pidiendo perdón por su papel. Un periodista que aprovechó el dolor de las víctimas para ganar audiencia. No obstante, esta disculpa es una de las pocas manifestaciones que podrían funcionar como crítica real a la cobertura de los medios.
Aunque este sea el objetivo y se lleve a cabo, el formato y métodos de la docuserie perpetúan la explotación mediática. En este caso, incluso con recursos como la música o la iluminación. Acompañamiento sonoro que genera un tono de suspense. Como si de una película de ficción se tratara. Se construye así otra vez una atmósfera morbosa y sensacionalista en torno al caso.
El concepto de violencia de género, por otro lado, es mencionado en contadas ocasiones. El director León Siminiani parece que intenta hacer una crítica a la violencia machista. Sin embargo, este aspecto que debería ser preeminente queda relegado a lo anecdótico. La crítica a la violencia machista y el papel del feminismo se pierden entre las imágenes de archivo. Imágenes y reconstrucciones que aumentan el interés de la audiencia. Interés por saber cómo terminará por resolverse el crimen. Y, en definitiva, interés por los datos más escabrosos.
El psicólogo que aparece en pantalla afirma sobre el caso Alcàsser: “Los medios están usando el dolor de las víctimas”. Así como se menciona también que: “Lo que va a la víscera cala más”. Bambú Producciones va directo a las vísceras. Y reproduce un nuevo juego con el dolor de las víctimas, 30 años después.
¿Dónde está Marta?, cuando los hechos reales superan a la ficción
En 2018 se estrena el documental El caso de Diana Quer, 500 días. Posteriormente, la misma directora Paula Cons, se sumerge en el caso de Marta del Castillo. La cineasta reconstruye los hechos del crimen. Con un formato similar al de El caso Alcàsser. Se repiten los mismos momentos de dolor. Se proyectan las mismas imágenes. Y se vuelve a poner en el foco en los familiares y su agonía.
Aunque se aleja del tono más sensacionalista de El caso Alcàsser, se echan en falta diversos aspectos. Toda la miniserie gira entorno al crimen y la sucesión de los hechos. La crítica hacia la violencia de género es inexistente. No obstante, el formato y el modo de narrar mantiene en vilo a la audiencia durante toda la serie. Algo que se obtiene fácilmente dado el carácter de la historia real que se cuenta. Porque en este caso, los hechos reales superan a la ficción.
La sucesión de historias que Miguel Carcaño expuso. La condena penal sin cuerpo. Un caso espeluznante que 13 años después continúa planteando incógnitas. Como docuserie del género true crime, ¿Dónde está Marta? se construye de forma sobresaliente. Sin embargo, no funciona como herramienta necesaria para desmantelar el sistema patriarcal que sustenta el suceso.
El true crime y la violencia de género como tendencia
La función de los medios de comunicación no es solo informativa, sino crítica y educativa. Exponer los múltiples casos de violencia de género es esencial.
La proliferación de docuseries explicita la necesidad de contar lo que está ocurriendo. Pero narrar las historias no es suficiente. En la actualidad, los telediarios están plagados de noticias de la pandemia. Pero una de las mayores pandemias globales ha quedado relegada a un segundo plano. ¿Por qué siguen matando a las mujeres, por el simple hecho de serlo? ¿Cuál es el sistema patriarcal que mantiene y perpetúa esta violencia?
Los medios son piezas esenciales de la educación informal de la sociedad. Es por ello que detentan una gran responsabilidad a la hora de prevenir y erradicar la violencia de género. Estos crímenes se han trasladado del noticiario a las plataformas de streaming. Pero al final, todas estas producciones terminan por convertirse en otra pieza para el tablero del patriarcado. Una pieza que la audiencia observa atentamente, mientras otra avanza al soslayo sin ser reconocida.
Un amigo me dijo hace poco: “¿has visto la serie de Marta del Castillo? Pues está genial, es increíble cómo es el único caso donde hay un condenado sin tener cuerpo del delito”. Y de nuevo, el protagonista es él. Y de nuevo, se pierde la oportunidad de elevar la voz contra la violencia de género. Tras una cortina de humo que va subiendo puestos en la lista de más vistos en Netflix.