Entrevista a Chema García Ibarra: “El hecho sobrenatural no me interesa nada, me interesa la gente que cree en él”
Hablamos con Chema García Ibarra, el director de la película española más sorprendente y original del año: Espíritu Sagrado.
Chema es un director y autor curtido en cortometrajes. Su forma de hacer cine es muy particular y reconocible. Sus premiados y característicos cortometrajes se pueden ver en la plataforma Filmin.
Este año ha sido muy especial por dos motivos. Por un lado, la aparición de tres excelentes obras con una extraña mezcla de realidad y ficción. Un tipo de cine con actores no profesionales que cada día suma más adeptos y que autores como Isaki Lacuesta y Neus Ballús popularizaron en nuestro país. Por otro, la injusticia de que unos premios cada día más caducos, como son los Goya, las hayan olvidado en sus nominaciones al, supuesto, mejor cine del año.
Esas películas son: Espíritu Sagrado, Destello Bravío y Seis días corrientes.
Chema García Ibarra nos explica cómo ha sido la experiencia de rodar una película tan fascinante como la suya. Nos habla de su especial método de trabajo; de los entresijos de levantar una producción de estas características y de su secreto para encontrar tanto talento dormido en las calles de su propio barrio.
Hablamos con Chema García Ibarra
– ¿Dónde estudiaste?
Estudié publicidad y relaciones públicas en Elche, no estudié cine.
Desde siempre quise hacer cine, no quería hacer otra cosa, pero las escuelas de cine costaban un pastón. Era imposible ni siquiera sacar el tema.
Esperaba que en Alicante se cumpliera la eterna promesa de que iban a poner la carrera de Comunicación Audiovisual, pero eso no se hizo realidad hasta hace unos cinco años, así que solo me quedó la cinefilia: ver películas compulsivamente; leer libros sobre cine y ver ¡Qué grande es el cine! con José Luis Garci (risas).
– ¿Conocías a los actores de Espíritu Sagrado? ¿Les hiciste casting?
Bueno, ha habido una pandemia y se tuvo que hacer todo on-line. Nos pusimos en la cabeza de las personas que estábamos buscando y eran un tipo de personas que nunca irían a algo que se llamara casting. Así que no usamos la palabra casting. Hicimos una oferta de trabajo que se movió en los mismos medios en los que se mueven las ofertas de trabajo.
Pusimos que buscamos a personas para interpretar a los personajes de una película y algunas descripciones de los perfiles (camarero, etc). Poníamos que no hacía falta experiencia ni contar con ningún tipo de físico determinado.
El anuncio lo pusimos en medios locales ya que solo queríamos encontrar a gente de la zona. Lo pusimos en periódicos; hicimos cuñas de radio en emisoras locales; los pusimos en grupos de Facebook de la ciudad e incluso hicimos buzoneo de unas octavillas que funcionaron muy bien. La gente lo fue moviendo y al prota, por ejemplo, le llegó en un grupo de WhatsApp en el que estaba.
Nos contactaron más de 3.000 personas de todo tipo de perfiles. Les pedimos un vídeo en el que tenían que hablar a cámara sobre lo que ellos quisieran, y luego, les pedimos otro de un minuto en el que estuvieran en silencio delante de la cámara. De esa manera veíamos el movimiento natural de la persona.
– Hicisteis un casting de lo más acertado y además interpretan genial. ¿Cuánto de eso tiene que ver con vosotros y cuánto con ellos? ¿Tenían experiencia previa?
No había ningún tipo de experiencia. Una semana antes de empezar la película, ni siquiera se les había pasado por la cabeza estar en una película. Eso era justo lo que yo quería. A mí lo que me interesa de las personas es cómo hablan, las expresiones que usan, los movimientos que hacen, el tiempo que necesitan para hablar, la cadencia con la que lo hacen… todo eso que ya está en ellos se incorpora al personaje.
Yo no escribo que un personaje tiene una cojera o un tic. Lo que hago es utilizar la supuesta cojera o el tic de la persona real para el personaje.
– ¿Qué es lo que te gusta de dirigir a actores que no son actores?
Ver en directo cómo se genera material. Cómo se generan las frases que yo no he escrito; expresiones que yo no he escrito ni se me ocurriría en la vida escribir; movimientos y tics que yo no he pensado. Ver como eso se genera y se aporta al personaje que me he inventado yo. Eso es lo que más me gusta.
– ¿Utilizas un guion libre o de hierro?
Muy libre, les digo que no deben tener ningún tipo de respeto por las palabras que están escritas en el guion, solo por las ideas de fondo.
Si yo te cuento ahora una historia y tú se la cuentas a otra persona, no lo vas a hacer exactamente con las mismas palabras que yo he utilizado. La vas a hacer tuya.
Intenté que hicieran eso con el guion de diferentes formas. Una forma que funcionaba muy bien era que leyeran la secuencia solo una vez. Yo les retiraba el guion, y empezábamos a prepararla a partir de lo que recordaban.
Como solo la habían leído una vez, se cambiaban todas las palabras y el orden de las ideas; se añadían cosas nuevas y se olvidaban otras (tampoco pasa nada). Así preparábamos la secuencia. No es leer, memorizar y decir.
Un ejemplo es la señora de las gafas de sol, que sale varias veces en la película haciendo unos monólogos. De cada monólogo tendré cuatro o cinco tomas distintas en las que dice lo mismo, pero con diferentes palabras.
– Pero hay un guion literario, ¿no?
Claro, la película en estructura es prácticamente un thriller. Es una estructura muy clara en la que está todo escrito, pero las palabras de los diálogos nos dan un poco igual. Da igual decir “oye, Juan ¿cómo estás?”, qué “hombre Juan, ¿cómo te va?”. A eso me refiero con adaptar la idea de fondo a cómo hablas tú.
– ¿Puede ser que haya una tendencia hacia este tipo de cine? Espíritu Sagrado, Destello Bravío y Seis días corrientes, aun siendo muy diferentes, mantienen patrones de trabajo similares ¿Crees que existe la necesidad de ver algo “de verdad” de una vez?
Puede ser, pero creo que simplemente somos tres cineastas que hemos intentado hacer una cosa muy determinada. Neus Ballús está muy acostumbrada a eso. De hecho, es como, la gran experta en la dirección de actores no profesionales. Ella quería hacer su película por sus vínculos familiares; Ainhoa Rodríguez quería hacer una experiencia de inmersión con la gente del pueblo y con ese misterio alucinante, ¿no? Yo quería hacer una película de ciencia ficción, pero en un lugar determinado que es la ciudad en la que vivo y con la gente que vivo. Yo siempre he querido hacer una película de ciencia ficción. Mis películas son como intentos de hacer una película de ciencia ficción todo el rato.
En realidad, cada uno tiene sus motivos y no tiene que ver con algún tipo de plan (risas).
– Las revistas sobre lo paranormal, la conspiranoia, creer en los extraterrestres… ¿Todo eso eres tú?
Eso soy yo investigando a las personas que creen (risas). Yo soy escéptico en todo, pero me gusta mucho esa especie de sensación de inminencia que tiene la gente que cree, como si siempre les fuera a suceder algo, aunque eso nunca llegue a pasar.
Me gustan los textos sobre sus temas, las tipografías e imágenes de las revistas; el lenguaje que se usa… Todo eso. Todo lo plástico que rodea a lo sobrenatural me interesa un montón, y todo lo humano también. El hecho sobrenatural no me interesa nada. Me interesa la gente que cree en él. Que lo ve. Me interesa si lo cuenta, si no, si le cambia la vida…
– ¿Cómo conseguiste un resultado tan realista y certero de tu investigación?
Me leí todos los libros de ufología que se encontraban en español. Hice una búsqueda de grupos de Facebook relacionados con la ufología. Me entrevisté con varios… Bueno, así durante cuatro o cinco años en los que no solo hacía eso, pero no dejé de investigar.
– ¿Qué presupuesto tiene la película?
Un millón y medio de euros.
– ¿Cuáles fueron las directrices de Ion de Sosa para hacer la foto de Espíritu Sagrado?
Bueno, tampoco fueron directrices, Ion y yo trabajamos muy a la par. Intentamos que hubiera un valor en cada plano. Que no se ruede por rodar; que cada plano que rodemos estemos pensando en montarlo; reducir al mínimo los planos de las secuencias. Si una secuencia la hemos planificado en tres planos, ver si pude ser con dos, y si se puede con dos, ver si puede funcionar con uno; que los movimientos de cámara sean súper indispensables porque al haber pocos, cuando hay alguno, añade una tensión extra de estar viendo una cosa muy exótica en la película.
Se rodó en celuloide. Eso le añade a la imagen esa especie de capa de cine. Ese tipo de color es muy fiel a la luz y al sol. Además, añade ese grano que es una cosa como muy cinematográfica. Cuando ruedas con celuloide, el proceso de etalonaje de la película se reduce mucho. Gran parte del tiempo que utilicé en etalonaje fue para conseguir el look de cine y eso ya te lo da el celuloide.
– ¿Os fue difícil trabajar en celuloide?
Hay varios laboratorios en Europa: en Londres, Bucarest… Nosotros trabajamos con un laboratorio de celuloide de París, porque es una coproducción francesa. Se compra todo el stock de película y se va mandando cada dos días a París.
Es un formato que últimamente se utiliza mucho en publicidad y videoclips.
– Espíritu Sagrado, es una coproducción entre España, Francia y Turquía. ¿Cómo se consigue un presupuesto de un millón y medio con una película tan arriesgada?
Fue fácil hablar de la película y los comités que iban a valorar si le daban dinero o no, tuvieron una idea muy clara de cómo iba a ser gracias a mis cortometrajes anteriores.
Tuve la surte de que mis cortometrajes se habían visto en festivales, habían tenido premios y eran más o menos conocidos. La productora francesa entró casi al principio; la productora turca ya los conocía porque con ellos hice el corto La disco resplandece, y simplemente quisieron seguir interesándose por lo que yo hacía.
Cada uno de ellos consiguió unos fondos de ayuda a la producción de sus respectivos países. También entró la televisión pública turca, muy curioso esto (risas). Después también entro RTVE y Movistar+.
– ¿Te imaginabas el éxito de la película?
Estoy contento de que a la crítica le ha gustado mucho. La gente me dice que le gusta mucho, pero claro, no sé si eso es un éxito. Desde Locarno se habló mucho de la película en prensa y desde los últimos días con las nominaciones a los Premios Feroz también se está hablando mucho, pero yo no sé… Cada uno se rodea de un círculo determinado que suele ser afín, entonces yo no sé si lo que estoy viendo es ese círculo o estoy viendo una realidad. Por eso soy cauto con la estimación del éxito.
– ¿Qué tipo de ficción es la que te gustaría ver?
Me gusta que haya como una especie de falta de respeto hacia los géneros. Hacia el propio concepto de ficción. Que sea una especie de ficción y realidad todo unido y no se sepa muy bien qué es cada cosa. Que alguien diga una frase y las tres primeras palabras las haya escrito un guionista y las otras formen parte de la realidad del personaje que habla. No saber qué esta escrito, qué esta improvisado, qué es lo que viene de la realidad y qué no. Eso me encanta.
– Sobre ese tipo de cine, ¿cuáles son tus referentes?
Sobre ese tipo de cine me interesan películas como La última vez vi Macao, de Pedro Rodrígues; My Winnipeg, de Guy Maddin; el cine de Werner Herzog, que su ficción está llena de realidad o Mamá es boba, de Santiago Lorenzo, que ahora es un conocido escritor pero que hizo esa película increíble, tristísima y divertidísima que es Mamá es boba.
Cuestionario Furioso de Chema García Ibarra
Película favorita: El salario del miedo, de Clouzot.
Serie favorita: Buffy Cazavampiros.
Libro favorito: el libro de Memorias de John Huston.
Cómic favorito: Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo, de Chris Ware.
Cantante, grupo o músico favorito: Yo la tengo.
Artista plástico favorito: Gustave Moreau.
Miedo tecnológico: Ninguno. Soy súper fan de la tecnología. No tengo miedo de que me vigilen ni tengo ningún problema en dar mis datos.