‘Fatale’: la irresistible atracción del horror
Fatale es otro producto de los prolíficos Ed Brubacker y Sean Phillips, una mezcla sangrienta de cómic noir y el horror más allá de las estrellas de H. P. Lovecraft. Ingenioso e intrigante, le sigue la pista a una tal Josephine, una mujer que atrae irresistiblemente a todo aquel que se la cruza, incluso más allá de la tumba.
Desde que Eva incitase a Adán a comer el fruto prohibido en el jardín del Edén, Circe transformase a sus enemigos en cerdos sirviéndose de sus malas artes, o Salomé consiguiese la cabeza de Juan el Bautista bailando la danza de los siete velos, el imaginario popular ha estado plagado de mujeres fatales.
El arte ha encontrado en ellas un objeto de fascinación a lo largo de la Historia. En la literatura, en particular, proliferan estos personajes femeninos fuertes, seductores y, a menudo, dispuestos a cualquier cosa para conseguir sus objetivos.
En 1796, por ejemplo, Matilda entraba a un convento disfrazada como un muchacho para seducir a Ambrosio, el monje capuchino protagonista de El Monje de Matthew Lewis, y llevarlo por una senda de depravación. Veinte años después, se publicaba Christabel, un poema en dos partes, de Samuel Coleridge, en el que su protagonista se topaba con Geraldine, el primer vampiro de la literatura inglesa, incitándola a una relación lésbica. Y en 1880, una cortesana llevaba a una colección de hombres al desastre en Nana, salida de la pluma de Émile Zola.
Ya en el siglo XX, la literatura pulp abrazó el arquetipo de la femme fatale. El género negro, en particular, está plagado de estos personajes tan peligrosos como atrayentes por su determinación y poder sexual. Por continuar citando ejemplos de tres en tres, destacaremos a Brigid O’Shaughnessy, la villana de El halcón maltés de Dashiell Hammett; a Laura, protagonista de la novela homónima de Vera Caspary; y a Carol, de El precio de la sal, por Patricia Highsmith.
Estas mujeres fatales hicieron una transición lógica al cine, interpretadas por Mary Astor, Gene Tierney y Cate Blanchett, respectivamente. Todas ellas se encuentran en la compañía de iconos femeninos del celuloide de la talla de Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck), Gilda (Rita Hayworth), o más recientemente, Catherine Tramell (Sharon Stone).
Conociendo a Jo
Pues bien, la protagonista de Fatale tiene un poco de todas ellas. Josephine (“Jo”, para los amigos) es una hermosa mujer con unos penetrantes ojos verdes y una ondulada melena negra. Parece haber salido de una novela policiaca de los años 40.
Nicolas Lash asiste al funeral de Dominic Raines, un novelista que gozó de un cierto éxito durante la segunda mitad del siglo pasado. Raines era, además, el padrino de Lash y el mejor amigo de su padre, el cual permanece ingresado en una institución mental.
En el entierro, un doliente Nicolas se topa por primera vez con Josephine, embutida en un vestido negro. Ella le cuenta que su abuela fue una antigua amante de Dominic, y que el misterioso símbolo que adorna su tumba es indicativo del amor imposible que existió entre los dos.
Dándole vueltas a esta triste historia, Lash conduce hasta la casa de su difunto padrino y comienza a rebuscar entre sus viejos manuscritos. De esta forma, se topa con una novela escrita a máquina que Raines nunca llegó a publicar. Entre las hojas, encuentra una foto del escritor en los años 50, junto a una mujer absolutamente idéntica a Jo.
Acto seguido, irrumpen en la casa unos hombres trajeados que comienzan a disparar contra Lash. Jo aparece como de la nada para rescatarlo en un lustroso descapotable. Nicolas salva la vida, pero no puede evitar salir herido cuando el coche se precipita afuera de una carretera empinada.
Lash pierde una pierna en el accidente, pero gana una obsesión: no puede parar de pensar en la enigmática Josephine. De esta forma, se verá envuelto en una compleja trama que ya le hizo a su padre perder la cordura, y que lleva dejando una ristra de cadáveres desde hace más de cien años.
Un rastro sangriento
Pero, ¿quién demonios es Josephine? O, mejor dicho, ¿qué es?
Estas preguntas se responder en Fatale, otro cómic del binomio compuesto por el guionista Ed Brubacker y el dibujante Sean Phillips. En él, se mezclan el género negro con el terror lovecraftiano, a través de una compleja trama que sigue a su protagonista desde finales del siglo XIX hasta la segunda década del XXI, congelada en la apariencia de una atractiva mujer que no parece superar la treintena.
Acompañando a Nicholas Lash en su investigación, el lector o lectora va dando saltos a través de las décadas, siguiendo los pasos de un culto a antiguas deidades monstruosas, encabezado por Bishop, su satánico líder. De esta forma, Brubacker se las ingenia para homenajear a las distintas variantes de la literatura de terror de la ficción gótica a las slasher movies, pasando, como no, por el terror cósmico.
A través de distintas encarnaciones, Bishop intenta dar caza a Josephine para asesinarla en un sacrificio ritual. Ella logra esquivarlo mediante sus innumerables recursos, siendo el más poderoso de ellos la atracción (fatal) que ejerce sobre el género masculino, hechizando a hombres como una especie de súcubo, y utilizándolos para su propia supervivencia. Este poder es una bendición para ella, pero también una maldición, puesto que todas sus relaciones sentimentales parecen estar condenadas al más sangriento desastre.
Y es que Fatale no escatima en sangre. El dibujo de Sean Phillips transmite a la perfección su tono de novela negra, oscureciéndolo aún más, si cabe, con toda clase de macabros detalles. También excede a la hora de representar sus monstruosos horrores. Sugiriendo más que enseñando, y dándole al cómic un aire inconfundible a los mitos de Cthulhu.
El guion de Brubacker, por su parte, teje una intrincada red en cuyo centro se encuentra Josephine, manteniendo la intriga hasta el final.
Edición fatal
Fatale fue publicado originalmente por Image Comics, en Estados Unidos. Su primera entrega fue en enero de 2012 y continuó publicándose a lo largo de veinticuatro números hasta julio de 2014.
Dichos números se recopilaron primero en cinco volúmenes, y después en dos lustrosos tomos de pasta dura.
En castellano podemos disfrutar esta intrigante serie dividida en dos partes, publicadas por la editorial Panini.