David Lynch y Sitges. Una historia de amor
David Lynch recibirá el Gran Premio Honorífico en el Festival de cine de Sitges 2020. El festival que se celebrará del 8 al 18 de octubre de este año rinde homenaje a David Lynch otorgándole ese premio.
David Lynch es uno de los directores más queridos del festival, ganador de la mejor película en 1986 por Blue velvet (1986). En el festival se han proyectado otras películas del director, como Corazón Salvaje en 1991 o Mulholland Drive en 2001.
En el año 2006, conmemorando los 20 años de Terciopelo Azul, pudimos ver en el cartel del festival una oreja cortada en la arena de la playa de Sitges, haciendo honor a la misteriosa oreja de la película. Ese año, el festival se dedicó íntegramente al Universo de Lynch, publicando varios libros sobre su figura y proyectando una retrospectiva de todo su cine.
Ángel Sala, director del festival, explicaba en 2006: «No será un homenaje cualquiera, porque Lynch es uno de los que ha demostrado que se puede hacer cine fantástico con sello de autor. Además, nos ha dado la exclusiva de la première española de «Inland Empire» Finalmente, Inland Empire (2006), a causa de una decisión de última hora de su distribuidora europea, no se pudo proyectar…
Aunque los allí presentes no pudimos ver su última película, guardo un grato recuerdo del festival de 2006.
La oreja perdida
David Lynch es mi director favorito. Su cine consigue hacerme olvidar todo lo que me rodea. El mundo que plantea, su mundo, me parece mucho más interesante que el nuestro.
Comparto su gusto por los sueños y especialmente por las pesadillas, solo él es capaz de poder rodar una, como demostró en Inland Empire. Recuerdo que la vi en un cine de Barcelona con mi mejor amigo. Al salir de la proyección, ambos estuvimos más de una hora sin hablar. No hacía falta, cuando nos mirábamos, los dos sabíamos que habíamos compartido una pesadilla juntos, de esas que no quieres olvidar, y encima sin llegar a estar dormido.
Desde Cabeza Borradora (1977), pasando por su fascinante serie Rabbits (2002) hastallegar aalguno de sus cortos en el confinamiento, Lynch siempre me ha sorprendido, acompañado e interesado. Incluso el recuerdo de su, no tan conocida, obra pictórica, que pude conocer un año más tarde en La Fundación Cartier de París, aún me sobrecoge.
Con Sitges me ocurre algo parecido. He pasado tantos días de mi vida callejeando la ciudad, conociendo a sus gentes, las que viven y las que vienen de visita. Teniendo todo tipo de aventuras. Solo o acompañado de mis amigos. Filosofando, descubriendo, soñando.
Es una ciudad por la que he llorado y reído. En la que he dibujado, borracho, sentado en las estrechas escaleras que llevan a su espectacular iglesia. Leído a Erasmo de Róterdam tomando un vaso de leche en un bar o buscado una oreja perdida a la que poder hablar.
Que, en 2006, mi festival de cine favorito trajera el Universo de Lynch a Sitges, fue otro sueño hecho realidad.
No sé si este año, con la situación que vivimos, podré estar en Sitges para la entrega de su más que merecido Gran Premio Honorífico en el Festival de cine de Sitges. Pero lo que sí sé es que nunca dejaré de soñar con sus peces dorados.
Saludos furiosos.