‘Cop Out’: Snoochies Boochies (Parte 9)
Desde que empezamos a repasar la filmografía de Kevin Smith sabíamos que, tarde o temprano, nos tocaría hablar de Cop Out. Producida por Warner Bros. y protagonizada por el hombre más duro de matar, esta película debía haber sido un petardazo. Sin embargo, se quedó en petardo.
Después de años bajo el ala de Harvey Wienstein, el bueno de Kev se había aprendido el discurso de su mentor al dedillo. Los grandes estudios eran el dragón escupidor de fuego contra el que Miramax Films cabalgaba espada en ristre, como un caballero andante.
En una ocasión, de hecho, el director de Nueva Jersey publicó un artículo en la revista Variety cantándole alabanzas a Sir Harvey el Indie. En dicho artículo, mencionaba la mala experiencia que había tenido con Warner Bros. mientras escribía el guión de Superman Lives, en 1996. Uno de sus dardos fue dirigido, en particular, a uno de los principales ejecutivos del conocido estudio, Jeff Robinov, al cual acusó de ser una “alopécica pérdida de tiempo para la compañía”. Auch.
Tiempo después…
…Harvey Weinstein vendió su alma al diablo para convertirse en uno de los productores más exitosos de Hollywood. Y, lo que es peor, se convirtió en el diablo en persona al haber sido hallado culpable de varios delitos de índole sexual. Actualmente cumple condena en una prisión de máxima seguridad en Nueva York, y no tiene trato alguno con Kevin Smith.
Jeff Robinov, por su parte, volvió a encontrarse con él en verano de 2008, en la Convención Internacional de Cómics de San Diego (la Comic Con). Ahí, Kev participó en un panel de Entertaiment Weekly junto a otras personalidades del cine. Robinov quedó tan impresionado por su verborrea y capacidad de capturar y entretener al público, que le propuso realizar un proyecto en común.
Para sorpresa de Smith, el ejecutivo fue amable y cercano. Tanto es así, que cuando Zack y Miri fue devastada por la crítica unos meses después, Jeff cogió el teléfono y le ofreció su apoyo. Y no solo eso, también le puso en bandeja el que iba a ser su próximo proyecto (para bien o para mal).
Yipi ka yei, hijo de puta
Kevin era (y es) conocido por encargarse de escribir, dirigir y editar sus propias películas. ¿Cómo consiguió Jeff Robinov convencerle de que se pusiera tras el asiento del director de un film que no había guionizado él? Pues ni más ni menos que ofreciéndole la posibilidad de trabajar con el mismísimo Bruce Willis.
Y es que Kevin se moría por dirigir al que había sido uno de sus ídolos desde que lo vio interpretar a David Addison Jr. en la serie Luz de luna. Willis se crió en Nueva Jersey, también, y su disco The Return of Bruno sonaba en bucle en el coche cuando Smith aprendió a conducir. Además, habían coincidido juntos, como actores, en el rodaje de la cuarta parte de La Jungla de Cristal.
Así que dicho y hecho. El que fuera el director de Clerks aceptó llevar el timón de un barco con la marca reluciente de Warner Bros. Escrita por los hermanos Cullen (avalados por su buen hacer en televisión con Lucky y Heist), la película iba a llamarse en un principio A Pair of Dicks (que podría traducirse al español como Un par de chorras, conservando el juego de palabras). El título final, sin embargo, fue Cop Out (mezclando “cop”, “poli”, con el verbo compuesto “to cop-out”, “escapar” o “evadir”).
Con el respaldo de un estudio multimillonario y la participación de una superestrella internacional, este estaba destinado a ser (por fin) el gran salto comercial de Kevin Smith. ¿Qué podría salir mal?
¿Repetimos esa toma, jefe?
“No conozcas a tus ídolos”, dice el dicho. Corre el rumor en Hollywood de que Bruce Willis es un gilipollas de mucho cuidado. Yo no lo sé y, honestamente, creo que me asustaría demasiado comprobarlo.
El caso es que su participación en Cop Out supuso un auténtico infierno tanto para el director del film como para sus compañeros de reparto. Desde entonces, Kevin Smith se ha quedado a gusto poniendo a Willis a caer de un burro tanto por escrito, como en vídeo o podcast… y parece que con razón.
Bruce llegaba a los rodajes enfadado con el mundo en general. La fama era un castigo para él. Encima estaba molesto por lo poco que iba a cobrar haciendo el film (siendo, con diferencia, el mejor pagado de la producción). No quería recibir direcciones por parte de Smith, ni memorizar sus líneas de diálogo. A la hora de rodar, improvisaba descaradamente, o guardaba silencio allá donde le tocase hablar, poniendo en un brete a los demás actores. Y cuando se le reprochaban este tipo de conductas, respondía con hostilidad, como creyéndose de verdad el puto John McClane.
Kevin Smith es conocido por su buen carácter y su trato amistoso con aquellos que participan en sus películas. A los pocos días de trabajar con Bruce Willis, sin embargo, abrió tres agujeros con el puño en la pared del baño de su tráiler.
Smith es un fumeta, y no rinde bien en situaciones de estrés. Esto es evidente en el resultado final de Cop Out. Como también se nota que son siempre los demás miembros del reparto los que se encargan de soltar los diálogos expositivos, ante el jeto impasible de Willis. Igualmente, el corte de la película resulta extraño. Esto es debido a que su gran estrella se negaba a repetir escenas, obligando a Smith a tirar de tijera para disimular el desastre.
Y seamos serios: el guión tenía algún que otro momento ingenioso, pero no era bueno. Si Bruce hubiese colaborado un poco más quizá hubiese dado para una comedia policiaca del montón. Pero siendo cosas como fueron, la película no da ni para rellenar el hueco de los domingos por la tarde en Antena 3.
¡Vaya par de polis!
La historia nos presenta a Jimmy y a Paul, dos detectives del Departamento de Policía de Nueva York que son suspendidos de empleo y sueldo (con razón). ¿El motivo? Haber dejado escapar a un sospechoso y puesto en peligro las vidas de un buen montón de civiles.
Al mismo tiempo, Jimmy (Bruce Willis) se encuentra en un aprieto: su hija está a punto de casarse, y él quiere pagarle la mejor boda posible. Sin cobrar un sueldo, sin embargo, no puede permitírselo. Así que decide vender una valiosa carta de béisbol de 1952 que perteneció a su difunto padre. Pero justo al entrar en la tienda de empeños, un ladrón se la roba.
Paul (Tracy Morgan) también anda con quebraderos de cabeza. Está convencido de que su hermosa mujer le pone los cuernos con el vecino de al lado. Así que instala una cámara en su dormitorio, escondida en un osito de peluche. A la espera de descubrir la verdad, ayuda a Jimmy a recobrar su carta.
Resulta que esta ha sido robada por Dave (Seann William Scott), un yonqui en busca de su siguiente dosis. Pero para cuando Jimmy y Paul dan con él, ya le ha entregado la carta a Pho Boy (Guillermo Díaz), un poderoso narcotraficante fanático del béisbol.
¿Podrán Jimmy y Paul resolver el entuerto y recuperar, de paso, su trabajo en el cuerpo de policía? Pues de esto, y poco más, es de lo que va la película.
Derecha al calabozo
Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que Cop Out es el peor largometraje de Kevin Smith (en parte por culpa suya, y en parte no). Algunos de sus últimos trabajos podrán ser considerados peores por parte del gran público, sí. Pero títulos como Tusk, Yoga Hosers o Jay y Bob el Silencioso Reboot (a los que ya llegaremos) están dirigidos a una audiencia minoritaria, y tienen, cuando menos, un cierto encanto de cine gamberro de autor.
¿Es Cop Out una completa basura de principio a fin? Casi, pero no. Tracy Morgan se deja la piel en esta película. Y si la amistad que se entiende que une a Jimmy y Paul tiene un mínimo de creíble, es gracias a su actuación. También es el vehículo de casi todos los chistes, siendo él un cómico excepcional.
Seann William Scott es otro de los puntos fuertes del film, haciendo de politoxicómano parlanchín. Su intercambio de diálogos con Tracy Morgan en un coche (con Bruce Willis como impertérrito espectador) es francamente gracioso.
Por otro lado, las escenas de acción lucen todo lo bien que pueden, y la fotografía es la más limpia de cualquier película de Smith hasta entonces.
Así y con todo, Cop Out carente de toda profundidad, y tampoco es muy divertida. Tuve que verla en tres sentadas para refrescarme la memoria y escribir este artículo. Y yo soy un tío que se pone Zack y Miri hacen una porno al menos una vez al año, y la disfruta.
Un tomate podrido
Y lo más irónico del asunto, es que este sigue siendo, hasta hoy, el mayor éxito en taquilla de Kevin Smith (y no tiene mucha pinta de que esto vaya a cambiar en el futuro). Después de su estreno en febrero de 2010, recaudó unos cincuenta y seis millones de dólares, cubriendo de sobra sus treinta y siete de presupuesto.
Sin embargo, los entendidos se cebaron con esta película. Rotten Tomatoes la calificó con un 19 sobre 100. Una cronista del Seattle Times llegó a decir que era tan divertida como volar en clase turista en el asiento de al lado de Kevin Smith (por aquello de su gordura). Fue en verdad doloroso. Tanto que mi director preferido empezó a plantearse si no habría llegado el final de su tiempo como cineasta.
Pero Kevin venía rumiando una idea desde, al menos, cuatro años. Su siguiente película, Red State sería su primera incursión en el cine de terror, y le enfrentaría con ni más ni menos que Fred Phelps, el líder racista, antisemita y homófobo de la Iglesia Bautista de Westboro. Igualmente, le devolvería a la senda del cine independiente y las buenas críticas.
Y nosotros que nos alegramos.
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