Sam Mendes llega a Prime Video con ‘1917’, corre y no mires atrás
Cine en estado puro, junto a una gran proeza cinematográfica sin precedentes, así me permito hablar de la última película de Sam Mendes 1917 (2019). Reconozcamos el valor del fenómeno asiático Parásitos (2019), que hizo que, 1917, se quedara con la miel en los labios en la pasada edición de los Óscar, donde tan solo recogió tres estatuillas: sonido, fotografía y efectos visuales, recibiendo un total de 10 nominaciones. Pero, esto no le quita ni el más mínimo atisbo de grandeza. Ahora, 1917 llega a Prime Video para deleite de todos sus suscriptores.
El oscarizado director Sam Mendes, responsable de películas como American Beauty (1999), Camino a la perdición (2002) o Revolutionary Road (2008), dirige este drama bélico cuyo guion coescribe junto a Krysty Wilson-Cairns.
Pues bien, lejos de hablar del argumento de la película, considero de una importancia más soberana, destacar por encima de muchas cosas, la extrema belleza visual de sus escenas. Mendes opta por hacer lo más humana posible una historia bélica, cargándola de una armonía visual brillante y un ritmo frenético y difícilmente igualable.
1917, el horror de la guerra en primera persona
Seguir los pasos Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman), protagonistas del film, por el campo de batalla, es manchar tu cara de barro, sentir las bombas cerca de tus oídos y apreciar el terror de la guerra en primera persona.
Si, además, para el desarrollo de la acción, se utiliza un “falso” plano secuencia, todo lo que vemos es un torrente indescriptible de realidad que estalla sin más remedio en nuestra cara. Para destacar aún más esta agilidad narrativa, sus escasos diálogos, hacen que el ritmo milimétrico que proyecta Mendes durante todo el transcurso del film, no de respiro alguno. Ritmo que convierte una historia más que sencilla, en una excelsa y apabullante obra cinematográfica cargada de técnica, donde, por encima de todo, lo más importante y meritorio es la propia supervivencia y la lealtad.
Ábrete paso entre los proyectiles, resguárdate entre las trincheras, y cae al suelo, una y otra vez, mira al cielo y corre, sin parar, y si consigues cruzar la línea enemiga, descansa por un momento, respira profundo y dúchate para quitarte el barro. Por último, prepara una tila (te lo aconsejo) y mientras lo haces, piensa, y si quieres, mañana, tranquilamente, nos cuentas que te ha parecido. Nosotros estaremos aquí para leerte.